De más está a hablar del desastre que fue la administración morenista 2018-2024 en materia de salud pública. Desde la extinción del seguro popular, pasando por el fracasado INSABI y con el último intento en forma del IMSS Bienestar.
Posteriormente la creación de BIRMEX para encargarse de la distribución y compra de medicamentos e insumos para la salud.
En consecuencia México sufrió desabasto de medicinas, desde las de mayor relevancia, hasta las de menor importancia. Enfermos de cáncer, pacientes con enfermedades psiquiátricas se quedaron sin tratamientos.
Hoy nuevamente nos enfrentamos a esta realidad ante la epidemia de sarampión y los brotes de tos ferina, dado que desde el pasado sexenio el esquema de vacunación adoptado se canceló y con ello la adquisición de todo el material necesario para llevar a cabo campañas de vacunación. Ahora retoman el esquema de vacunación como medida reactiva, cuando es totalmente eficiente como medida preventiva.
Con corte al 19 de abril 2025, 45 bebés han fallecido por tos ferina, bebés que no estaban vacunados.
Es un terrible daño estructural que se justificó con la fachada de lucha anticorrupción, en cambio provocó todas estas repercusiones que se traducen en pérdidas de vidas humanas que se pudieron haber evitado con una correcta administración de salud.
La situación no termina aquí, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó compras a sobrecostos en medicamentos, por lo que decidió cancelar todos los contratos de 2025-2026. Separaron de sus cargos a los titulares de sus áreas, más no hubo sanciones penales. ¿Y el daño que han causado?
Lo que resta del año nos espera el segundo piso de la incompetencia de la cuarta transformación. Por eso su discurso de “humanismo mexicano” no funciona, porque en los hechos sus actos carecen de humanidad.
No existe nada de humanismo en destruir sistemas de vacunación, programas de salud y abandonar a su suerte a los mexicanos.