Juegos de Poder
Desde la reforma electoral de 2007, siempre me ha parecido una barbaridad las restricciones a la libertad de expresión durante las campañas.
Quien solicitó esta barbaridad fue precisamente el perdedor de la elección de 2006, es decir, López Obrador y sus seguidores.
Estaban furiosos por la intervención del entonces presidente Fox en las campañas presidenciales. En el futuro, había que evitar que cualquier funcionario, incluyendo al jefe del Ejecutivo federal, opinara durante la competencia electoral.
Justicia divina, en 2024, siendo ya presidente López Obrador, ahora le tocó que lo intentaran silenciar. Estando en el gobierno, se quejó amargamente de que le estaban coartando su derecho a la libertad de expresión. Obvio, no se calló. Las autoridades lo amonestaron, pero no pasó de una palmadita en la mano el castigo por violar la ley.
Yo siempre he defendido que los funcionarios, incluyendo el Presidente, tengan el derecho de hacer política, de opinar libremente, durante las campañas. Son políticos y es antinatural pedirles que no se comporten como tales.
La diferencia con los políticos de todos los colores, incluyendo los de Morena, es que defienden la libertad de expresión a contentillo. Si están fuera del poder, quieren que los gobernantes se callen. Si están dentro, reclaman su derecho a expresarse.
Traigo a colación este tema porque, una vez más, estamos metidos en un brete por la barbaridad introducida en la reforma electoral de 2007.
Resulta que la presidenta Sheinbaum y varios funcionarios quieren promover la elección del Poder Judicial que se llevará a cabo el primero de junio. El Instituto Nacional Electoral (INE), sin embargo, se los prohibió. Y ahora, como en 2024, los que demandaron el silencio gubernamental en campañas en 2007, están protestando porque el INE se está extralimitando y restringiendo su derecho a promover las elecciones.
Yo reivindico este derecho por una cuestión de principios.
El lopezobradorismo, en cambio, lo reivindica como un derecho a informar. Ayer, en Milenio, explicó Arturo Zaldívar esta postura:
“Contrario a lo que asumió el INE, informar sobre un proceso democrático no es incidir en las preferencias de la gente. Es permitir que la sociedad entienda cómo se vota, qué se decide, quiénes son las personas candidatas y qué proponen. Impulsar la participación política, sin sesgos ni favoritismos, es fomentar una ciudadanía políticamente activa y consciente, no proselitismo”.
En otras palabras, se promete que los funcionarios no influirán en las preferencias de los electores, sólo promoverán que la ciudadanía acuda a las urnas.
Suena bien. Pero la realidad es que el lopezobradorismo quiere promover estas elecciones para ocultar el hecho de que se trata de una farsa.
Es, como lo he dicho en este espacio, un ejercicio para que el gobierno se apropie y controle al Poder Judicial. Y la gente no es tonta, por lo que sólo saldrán a votar aquellos electores que movilice Morena, los sindicatos, grupos de interés y hasta el crimen organizado. Ellos definirán el resultado.
Obviamente, esto significará una participación baja, que pondrá en entredicho la legitimidad de esta elección absurda.
Por eso le cae como anillo al dedo a Morena la prohibición de que los funcionarios promuevan la elección. Ya tienen, desde ahora, al chivo expiatorio para explicar por qué la abstención fue tan alta: “como las autoridades no nos dejaron hablar, la gente no se enteró y no acudió a las urnas”.
La victimización es una habilidad que maneja bien el lopezobradorismo.
En octubre de 2003 se eligieron nuevos consejeros del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) que organizaría las elecciones de 2006. El lopezobradorismo, entonces afiliado al PRD, decidió no participar en la repartición de dichos consejeros y, desde entonces, calificó al IFE de espurio. Gran movida. Si ganaban la elección presidencial de 2006 sería a pesar del IFE. Si la perdían, sería por culpa del IFE. Y así fue. Le echaron la culpa de su derrota al árbitro para luego proceder a correr a los consejeros de ese entonces y reformar la ley electoral.
El lopezobradorismo de ahora hará exactamente lo mismo. Si la participación el primero de junio es alta será a pesar del INE. Si es baja, por culpa del INE.
Y como así será, baja, tendrán todos los elementos para proceder a una nueva reforma electoral que, claro, consolidará el régimen de partido hegemónico que están instaurando. A menos que el Tribunal Electoral revierta la decisión del INE y permita que los funcionarios puedan promover la elección de junio, cosa que yo, por defender el derecho a la libertad de expresión, apoyo.