Salvador García Soto
Parecen existir no una, sino dos cabezas que dicen representar a la posición mayoritaria
El liderazgo de Adán Augusto López en el Senado, como coordinador de la mayoría parlamentaria, debiera ser el que aparezca como referente o portavoz de posiciones oficiales cuando se trata de fijar la posición de la cabeza de la llamada Cámara alta, del Congreso mexicano. Así ha sido históricamente, los jefes de la bancada mayoritaria suelen ser las figuras dominantes y visibles ante cualquier asunto que involucre la vida interna o las discusiones, debates y divisiones en el recinto senatorial.
Pero por alguna razón en la actual LXVI Legislatura del Senado de la República parecen existir no una, sino dos cabezas que dicen representar a la posición mayoritaria y que se canibalizan a la hora de definir quién es el líder real o formal de esa Cámara. Y es que si bien Adán Augusto detenta el control de la bancada de Morena y sus aliados, por ser quien fue designado por su partido y su movimiento para ejercer ese liderazgo, el protagonismo, histrionismo y la visibilidad mediática que ha logrado el presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, hace que éste último aparezca con mayor frecuencia como el líder del Senado mexicano.
Entre los propios senadores de Morena, el PT y el PVEM, se cuestiona la debilidad que Adán Augusto parece tener con el senador Fernández Noroña, a quien le permite hacer declaraciones, discursos o posicionamientos a nombre del Senado que en muchos casos logran una amplia cobertura y son tomados como si se tratara de las posturas oficiales de la Cámara, cuando en sentido estricto eso le correspondería al tabasqueño.
Dicen que el coordinador morenista no le pone un freno o límites al protagonismo de Noroña que incluso infringe las normas y el reglamento del debate parlamentario para aparecer al mismo tiempo como presidente de la Mesa Directiva, orador en tribuna a nombre del oficialismo, tomándose atribuciones o decisiones que le corresponden claramente a la Coordinación de las bancadas oficialistas.
“Noroña hace lo que quiere; se mete a los debates sin estar contemplado en la lista de oradores de Morena, hace declaraciones y hasta comunicados fijando posiciones en temas nacionales o internacionales como si fuera el líder del Senado y Adán todo se lo permite. Eso no pasaba con otros liderazgos de mayorías senatoriales, normalmente el jefe de la bancada mayoritaria era el único líder real en el Senado”, nos comentó un senador morenista que pidió el anonimato.
La percepción entre sus mismos senadores de que no ejerce a plenitud el liderazgo que le corresponde hizo que el reciente reclamo de la presidenta Sheinbaum a los actos anticipados de campaña que estaba realizando desde hace meses la senadora por Chihuahua, Andrea Chávez, se interpretara también en su propia bancada como un “jalón de orejas” político y mediático de la presidenta al coordinador tabasqueño, por la cercanía que mantiene con la legisladora y aspirante chihuahuense y los vínculos existentes entre Adán Augusto y el empresario Fernando Padilla Farfán, empresario y contratista beneficiado en el gobierno de Tabasco durante la administración del actual coordinador.
Por todo eso entre los morenistas, petistas y verdes en el Senado se preguntan con jiribilla ¿quién manda en el Senado? Cuando se trata de definir las líneas y posiciones de la bancada oficialista. Si lo hace el líder formal, que ejerce como coordinador de Morena, o si manda el protagónico y estridente Fernández Noroña, quien en su ya abierta campaña por posicionar su imagen rumbo a la aún lejana sucesión del 2030, insiste en figurar como la cabeza y el líder de facto en el Senado mexicano.
NOTAS INDISCRETAS… Y hablando del empresario Fernando Padilla, parece que tiene muchos amigos entre los gobernadores de Morena, porque no sólo hizo negocios en Tabasco y en Chiapas, en los tiempos del nefasto Rutilio Escandón, sino que ahora también se siente su presencia y sus negocios en Quintana Roo, donde la gobernadora morenista, Mara Lezama, acaba de presentar un programa de Salud pública con camiones acondicionados como clínicas y hospitales de primer nivel ambulantes, con los que recorrerán el estado para llevar servicios de salud a la población. Y sí, los camiones son idénticos a los que usó en Chihuahua la polémica senadora Chávez, sólo que ahora en lugar de tener la fotografía de Mara Lezama, tienen los colores y logotipos del gobierno del estado y el eslogan “Salud para Todos”. Detrás de ese programa estatal, dicen, también está el financiamiento del empresario Padilla Farfán que apoyó con las unidades médicas móviles por su amistad y cercanía con la gobernadora Lezama. Total también en Quintana Roo vienen elecciones para la gubernatura en 2027, igualito que en Chihuahua, solo que acá es un “programa del gobierno estatal”… Se baten los dados. Capicúa y repetimos el tiro.