Cometió un peligroso error propio de aprendices: agregó a un periodista crítico ajeno al equipo de Gobierno a un chat privado donde se discutió la estrategia para bombardear a un país extranjero y el Vicepresidente de EUA tuvo expresiones desafortunadas contra Europa, Donald Trump anunció sopresivamente la destitución de su consejero de seguridad nacional, Mike Waltz.
Este puesto se considera crítico dentro del Gobierno Estadounidense, ya que funge como una especie de coordinador de los titulares de política exterior, las distintas ramas de las fuerzas armadas y la marina y las enormes agencias de espionaje e inteligencia.
Como premio de consolación, Trump pedirá al Senado que aprueben a Waltz como embajador de EUA ante la ONU, lo que aparentemente no tendría dificultad gracias a la mayoría parlamentaria con que cuenta el Presidente.
Tanto el error de Waltz como su remoción dejan en claro lo que es evidente desde el inicio del segundo mandato: esta vez Donald Trump ha preferido rodearse de incondicionales sumisos, de personas con adhesión a prueba a las decisiones presidenciales, pero carentes de las habilidades y conocimientos necesarios para ejercer el gobierno.
Muchos participantes del anterior gobierno trumpista han dado testimonio de las numerosas ocasiones en que tuvieron que frenar o matizar decisiones arrebatadas y de consecuencias negativas, justo lo que viene ocurriendo en su actual administración.
Marco Rubio, estadounidense de origen cubano, en el pasado fue adversario de Trump con quien incluso disputó la candidatura presidencial, pero ahora se ha vuelto uno de sus cuadros más importantes. Rubio no está exento de la polémica, tanto por su vida personal como por sus posiciones políticas extremas.
El Consejero de Seguridad Nacional de los EE. UU. es un asesor clave del Presidente, responsable de asesorar sobre seguridad nacional, política exterior y la gestión de decisiones presidenciales.