Casi dos millones de familias mexicanas dependen del dinero que les mandan sus parientes desde Estados Unidos. En 2024 fueron 64,750 millones de dólares. Eso es igual a un billón 260 mil millones de pesos mexicanos.
Nuestros paisanos trabajan en chambas duras, difíciles y de riesgo: agricultura, construcción, manufactura en fábricas, jardinería, limpieza industrial, comercial y doméstica, en hotelería y otros alojamientos, muchos son cocineros y meseros. Increíblemente, es significativo el número de los que trabajan en la salud, en el transporte y el mantenimiento. Justo lo que a los vecinos de origen sajón no les gusta hacer.
Un trabajador indocumentado («ilegal») gana entre 13 y 16% menos de lo que gana alguien extranjero con permiso para trabajar, pero en algunos sectores, la diferencia de pago entre un nativo o un residente legal puede superar ¡el 40%! entre unos y otros, casi la mitad.
Además de la riqueza que generan con sus extenuantes condiciones de trabajo, nuestros paisanos pagaron 97 mil millones de dólares en impuestos en 2022, es decir, 49% más de lo que mandaron a su gente el año pasado.
Para dejarlo clarito: los inmigrantes documentados o sin permiso son el 19% de la fuerza de trabajo total de EUA, uno de cada cinco trabajadores. Y según algunas fuentes, en 2024 generaron riqueza por casi 800 mil millones de dólares.
No usan servicios públicos, no tienen acceso a la atención sanitaria, de modo que prácticamente no reciben beneficios a cambio de los impuestos que pagan, suelen vivir hacinados, en promedio 5 por habitación, debido al costo de la vivienda, trabajan un promedio de 11 horas diarias y la mayoría de ellos cubren turnos nocturnos y de fin de semana adicionales, pues de otro modo los ingresos apenas les permitirían cubrir sus gastos básicos, sin excedentes para apoyar a sus familias.
Hay buenos patrones, generosos, que los protegen y ayudan. Pero menudean las historias de los que al llegar el día de pago, son expulsados sin céntimo de sus centros de trabajo, con la amenaza de denunciarlos a los agentes migratorios.
¿Tiene sentido que los republicanos gringos cobren impuestos adicionales a quienes contribuyen tanto a su riqueza?, ¿tiene sentido que muchos paisanos regresen en ataúdes, con enfermedades incurables y mortales a causa de químicos como fertilizantes y pesticidas o que sencillamente no vuelvan nunca?
En el rancho, a eso se le llaman «ganas de chingar».
Ojalá que tengan un poco de cordura y que no prospere esa aberración.