Agencias/Sociedad 3.0
Shannon Romano, una bióloga molecular, se contagió de coronavirus a fines de marzo pasado, aproximadamente una semana después de que ella y sus colegas cerraran su laboratorio en el Hospital Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.
Primero vino un dolor de cabeza debilitante, seguido de una fiebre alta y luego unos dolores corporales insoportables. “No podía dormir. No podía moverme“, recordó. “Cada una de mis articulaciones me dolía por dentro”.
No era una experiencia que quisiera repetir, nunca. Entonces, cuando se convirtió en elegible para la vacuna Covid-19 a principios de este mes, recibió la vacuna. Dos días después de la inyección, desarrolló síntomas que le resultaron muy familiares.
“Era el mismo dolor de cabeza y de cuerpo que tenía cuando tuve Covid-19”, dijo. Y si bien recuperó rápidamente la intensa respuesta de su cuerpo al jab la tomó por sorpresa.
Un nuevo estudio puede explicar por qué la doctora Romano y muchos otros que han tenido coronavirus informan estas reacciones inesperadamente intensas a la primera inyección de una vacuna.
Los investigadores encontraron las personas que habían sido infectadas previamente con el virus informaron fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, fiebre y dolor muscular y articular después de la primera inyección con más frecuencia que aquellos que nunca habían sido infectados. Los sobrevivientes de la enfermedad también tuvieron niveles de anticuerpos mucho más altos después de la primera y segunda dosis de la vacuna.
-Con información de Infobae