Por si algo faltara en este atribulado país, ahora el obispo de la Diócesis de Ciudad Victoria expresó en su homilía dominguera: “para mí, a nivel personal, el famoso cubrebocas es no confiar en Dios… No es presunción, es gracia de Dios, ando así (sin cubrebocas) porque confío mucho en Dios”. Este obispo va en sentido contrario con el exhorto que hace la Iglesia en San Luis Potosí de usar el cubrebocas “aunque el presidente no quiera”, y refleja el grado de irresponsabilidad de líderes religiosos y políticos por mandar mensajes a la conciencia colectiva, huérfana de raciocinio propio, pero ávida de paz y tranquilidad las busca en el refugio de su fe y en la acción de las autoridades. Pero, como se ve, ni fu ni fa.