- Traición y soberbia en la candidatura por Xalapa de la Alianza
- Historia entre Miguel Ángel Yunes y Sergio Hernández
- Pleitos en Morena por las imposiciones
Marco Antonio Aguirre Rodríguez
¡Traición!, ¡Traición!
Fue el grito de dolor y desesperanza.
Igual que si fuera una obra de Shakespeare.
¡Traición!, ¡Traición!
Repitieron los seguidores de Sergio Hernández Hernández cuando se difundió que finalmente la candidatura por la presidencia municipal de Xalapa sí será en Alianza entre el PRI, el PAN y el PRD, pero que éste ya no sería el candidato.
¡Traición!, ¡Traición!
Vociferaban y señalaban hacia Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, el dirigente estatal del PAN, y Julen Rementería, el senador panista que quiere la candidatura por el gobierno del estado para el 2024.
¡Traición!, ¡Traición!
Repitieron, mientras reclamaban que su candidato, Sergio Hernández, era el mejor posicionado para ser el abanderado para la presidencia municipal de Xalapa.
Gritaban una y otra vez en el silencio y el escándalo de las redes sociales y los canales internos del PAN, en los grupos de Whatsapp y de Telegram.
Y mientras tanto fluían “encuestas” que mostraban que David Velasco era el mejor posicionado para esa postulación, distribuidas desde los canales de los Yunes azules.
Y eso era así porque Miguel Ángel Yunes fue uno de los que aprobó que la candidatura por la presidencia municipal de Xalapa fuese en la Alianza y que David Velasco fuera el candidato.
También hizo lo mismo José de Jesús Mancha Alarcón, el exdirigente estatal del PAN, grupo del cual es parte Sergio Hernández (o era, según los acuerdos y acomodos que hagan ahora).
Y el grito iba bajando de volumen:
¡Traición!, ¡Traición!
¿Qué pasó?, ¿Qué fue lo que ocurrió?.
La soberbia fue la culpable.
La soberbia, el pecado capital más serio y por eso el número 1 de los mismos, llevó a Sergio Hernández a tropezar consigo mismo y a caer,
La soberbia hizo que Sergio Hernández se creyese lo máximo para ganar la presidencia municipal de Xalapa, él solito, sin el apoyo de nadie, ni siquiera de su jefe de grupo, Pepe Mancha, y menos de su aliado que lo apoyó para ser diputado local, coordinador de la bancada del PAN en el Congreso del estado, y volver a ser diputado local, aún cuando perdió la elección, de Miguel Ángel Yunes.
Esa soberbia fue la que hizo que Sergio Hernández se pusiera el pie a si mismo para no ser el candidato a la presidencia municipal por Xalapa.
Por eso es que a la soberbia se le considera la principal fuente de la que derivan los otros pecados capitales.
El 14 de febrero, Sergio Hernández ganó ampliamente la postulación para ser el candidato del PAN a la presidencia municipal de Xalapa.
Desde entonces se aferró a que el PAN debía ir solo, sin aliados.
Armó su planilla y como la lechera que hizo cuentas alegres antes de vender el queso, hasta los puestos administrativos distribuyó ya, incluyendo los de barrenderos del palacio municipal.
Todavía el 18 de marzo el PAN reiteró que Sergio Hernández era su candidato y que si querían alianza tenían que aceptar sus términos.
Y como la lechera del cuento, mientras chiflaba y se hacía ilusiones, se le calló la candidatura y se quedó sin nada de lo que había planeado.
Pero nadie le metió el pie para que cayera.
Iba sólo, solito, solititito, y se creyó dueño de la cancha, del balón, del juego y hasta del publico.
Y se sintió todopoderoso, ilusionado por su soberbia.
Así, acordó con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, la designación de tres magistrados nuevos para el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Veracruz.
Lo “amarraron” todo, “tan bien”, que el 30 de marzo la presidenta del TSJEV, Isabel Inés Romero Cruz, comunicó al gobernador la existencia de tres vacantes de magistrados y el mismo día se preparó la propuesta de magistrados, la cual fue presentada por Cuitláhuac García al Congreso de Veracruz el día siguiente, el 31 de marzo.
En esa propuesta iba Juan José Rivera Castellanos, quien entonces era “asesor” del PAN ligado a Sergio Hernández.
Juan José Rivera fue el secretario del Congreso durante el tiempo que Sergio Hernández fue el coordinador del mismo.
Todo iba bien, sobre rieles, en una máquina que conducía y que tenía todo por delante.
Ese mismo día Juan José fue designado magistrado junto con las otras dos propuestas del gobernador.
Y para que no hubiera duda de que se defendía su nominación, el dictamen que la justifica defendió que no tenga carrera judicial, como exigen la Constitución federal y la del estado:
«No estamos ante un certamen» y hacerlo así «implicaría desapartar injustificadamente a todo aquel que cumpliendo con los requisitos constitucionales sea descartado solo por el hecho de no pertenecer a la burocracia judicial».
Dice el documento. La mala redacción del dictamen, ya es característica de la ineficacia de la actual legislatura y de su coordinador, Juan Javier Gómez Cazarín.
Pero la designación de Juan José como nuevo magistrado no llevaba el visto bueno ni de Pepe Mancha ni de Miguel Ángel Yunes.
La soberbia, esa que es el primer pecado capital, hizo que Sergio Hernández no lo cabildeara con ninguno de los dos, que creyese que el solito podía todo.
La soberbia, esa que hace que quienes la padecen se crean más listos que los demás, lo llevó a que todo fuera apresurado, para que Juan José Rivera fuera designado magistrado del TSJEV.
La soberbia, esa que obnubila mentes, no le hizo ver lo que podría ocurrir y que aconteció al otro día.
La tarde del 1 de abril, en las oficinas del PAN nacional, con el visto bueno de Miguel Ángel Yunes y de Pepe Mancha, se aprobó que la candidatura por la presidencia municipal de Xalapa sí sería en alianza, y que el candidato sería David Velasco Chedraui.
David Velasco ya tenía desde 2017 contactó con los Yunes azules y con Pepe Mancha, porque ese año lo consideraron para ser candidato del PAN a la presidencia municipal, en lugar de la chapulina Ana Miriam Ferraez, pero alguién le metió el pie.
“Casualmente” también se aprobó la alianza para las candidaturas por la presidencia municipal de Tuxpan (en la que será postulado José de Jesús Mancha Alarcón, quien también es primo del actual presidente municipal) y San Andrés Tuxtla (con Manuel Rosendo Pelayo «Chendo mentiras, le dicen -quien sabe porqué-», que oscila entre el PRI y el PAN).
Al caer la noche de ese jueves, la noticia corría como reguero de pólvora: Sergio Hernández quedaba fuera de la contienda por la presidencia municipal de Xalapa.
Finalmente, si había alianza opositora en Xalapa, rumbo a la alcaldía y eso incrementó los ánimos de los que quieren a Morena fuera del poder municipal por culpa de la desastrosa administración de Hipólito Rodríguez Herrero.
La Alianza aumentó las posibilidades de competir contra el candidato de Morena, Ricardo Ahued Bardahuil, el favorito hasta entonces (e incluso, ahora, porque a David Velasco no se le van tamaños para enfrentarlo).
Pero también abrió las posibilidades para que Raúl Arias Lovillo, en caso de lanzarse como candidato a la presidencia municipal por Movimiento Ciudadano, pueda crecer y competir.
La elección podría irse a tercios y ganar cualquiera.
(Pero esto último depende de que Dante Delgado realmente quiera impulsar la candidatura de Raúl Arias y que no sea nada más nominarlo para llenar el requisito).
Por lo pronto, a David Velasco Chedraui se le cumplió el dicho de “el que perseverá, alcanza”, la noche del jueves 1 de abril.
Fue su noche de resurrección, porque el día 31 ya había doblado las manos y aceptado que podría no ser el candidato.
Sergio Hernández era el mejor posicionado de los aspirantes a ser postulado para buscar la alcaldía de Xalapa y pudo haber sido el candidato natural de la alianza pero lo venció el primero de los pecados capitales: la soberbia.
La soberbia esa que provoca que quienes la padecen se crean más importantes o atractivo que los demás, se tengan o no las condiciones para ello.
La soberbia es la sobrevaloración del Yo y algunas teorías psicológicas le dan raíces en un complejo de inferioridad que se oculta tras la misma.
A los soberbios también les atribuyen posibilidades de psicopatía, porque precisamente la soberbia, es uno de los rasgos del psicópata, junto con la prepotencia y la arrogancia.
Así es que sí, la historia de como Sergio Hernández perdió la candidatura (porque la perdió él, no se la quitaron) por la presidencia municipal de Xalapa, es una narración de traición y soberbia, como si fuera una obra de Shakespeare.
O sea, una historia de enredos, acuerdos y desacuerdos entre místicos, sin que ningún terrenal hubiera metido las manos.
PLEITOS EN MORENA POR LAS IMPOSICIONES
Las inconformidades en Morena por la imposición de candidatos se hicieron evidentes desde el primero día de la campaña por las diputaciones federales.
Uno de los casos más llamativos es el de Córdoba, donde simpatizantes de Morena reventaron el acto de inicio de campaña de Martha Morales Romero, la candidata a la diputación federal por la alianza Juntos Haremos Historia, por su imposición.
La Finca San Juan, donde hizo su arranque de campaña, en lugar de que fuera un evento para apoyarla, se volvió una manifestación en su contra, en la que le reclamaban su pasado chapulinesco, al brincar del PAN a Morena.
Martha Morales es diputada plurinominal suplente de otra política chapulin, Zaira Ochoa Valdivia, quien estuvo en Movimiento Ciudadano, el Panal, el PRI y fue funcionaria en el gobierno de Javier Duarte.
Otro caso de imposición que está levantando revuelo son las candidaturas a la diputación local, donde quieren dejar fuera a un político de izquierda de toda la vida, Rafael Covarrubias Maldonado, para darle paso a suspirantes que nada tienen que ver con esta corriente ideológica.
De hecho, en Veracruz se plantea para el 7 de abril una marcha de simpatizantes de Morena en contra de la imposición de candidatos y los malos manejos internos que se dan en ese partido.
Los terrenales de Morena están reclamando contra las acciones impositivas de los místicos, o los que se creen místicos de ese partido.