Como todos los días, el 12 de marzo de 2007 leí la columna del genial Germán Dehesa en Reforma. Ese día la tituló ¿Qué tal durmió? M (1000). Se cumplía el aniversario mil en que el columnista hacía un llamado a la justicia mexicana para actuar en contra del exgobernador del Estado de México, Arturo Montiel, acusado de múltiples casos de corrupción.
“Nadie responde, nadie contesta, nadie hace nada”, se quejaba Dehesa. “La justicia duerme. Esto ha ocurrido mil veces. En mil ocasiones hemos podido comprobar que a los señores que supuestamente administran la justicia les valemos madre. Mil veces”.
Bueno, pues lo mismo podemos decir del delfín de Montiel en la gubernatura del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien luego se convirtió en Presidente de la República.
¿Dónde está hoy el expresidente? ¿Qué tal duerme? ¿Algún día enfrentará a la justicia mexicana por los presuntos casos de corrupción que se cometieron durante su sexenio?
A Peña me lo imagino durmiendo como un angelito. Despertando en una mansión lujosa en los suburbios de Madrid acompañado de su nueva novia, una guapa modelo potosina. Un mesero sirviéndoles un delicioso desayuno cocinado por un chef profesional. Saliendo a pasear al parque del Retiro en un Mercedes Benz blindado acompañado de un par de escoltas. Comiendo en un lujoso restaurante madrileño, con estrellas de la Guía Michelin. Tomándose un café con algún visitante de su antiguo gabinete para chismear de lo que está ocurriendo en México. Haciendo llamadas a sus banqueros para checar los saldos de las cuentas de sus testaferros. Viendo el partido del Real Madrid, pensando en aquellos tiempos gloriosos en que era el rey en el palco del Club Toluca. Poniéndose la pijama y, con una bata china, tomándose un brandy con su novia para acabar los preparativos del viaje a Punta Cana a la boda de uno de sus amigos. Finalmente, metiéndose a la cama con sábanas de seda para dormir, una vez más, tranquilísimo.
Mientras que Peña se aburre en Madrid y dormita sereno, en México, el presidente López Obrador se pelea con los intelectuales al considerarlos cómplices de la corrupción del régimen corrupto del pasado. A Peña, eso sí, no lo toca ni con el pétalo de una hoja.
¿Por qué será?
¿Acaso ya lo perdonó por todos los presuntos casos de corrupción que se hicieron durante su sexenio?
¿De qué vive Peña si ya no recibe su pensión como expresidente?
¿De dónde saca los miles de euros al mes que cuesta su tren de vida en la capital española?
Como gobernador del Edomex, Peña exoneró a su padrino político, Arturo Montiel, por todos los casos de corrupción. Germán Dehesa, sin embargo, no olvidaba: “Mil veces me ofenden los que me dicen que ya le pare, que parezco un loco y que nunca nadie me escuchará. Me tienen, nos tienen que escuchar. Sin un fundamento ético, un país no tiene por qué o para qué existir”.
Decía Dehesa sobre Montiel en el artículo mencionado: “Este pobre diablo, con su virilidad secuestrada por una filibustera francesa, pretendía ser presidente de México. En su precampaña gastó una millonada, cuyo origen nadie averiguó y tiene tal cantidad de bienes, que con su libertad ofende a la decencia y a la ley. Sus gatos, Navarrete Prida, que hoy usufructúa un premio de consolación que le dio este ratero, y Enrique Peña Nieto, que actúa como si fuera gobernador, se han encargado de cubrirle las espaldas y de crear una tupida muralla de expedientes que pongan a la rata MONTIEL al resguardo de cualquier intento de hacer justicia”.
Bueno, pues ahora el presidente López Obrador es el que está cubriéndole las espaldas a Peña. Lanza acusaciones de corrupción a diestra y siniestra en contra de personas cuyo único pecado es criticar los dichos y hechos presidenciales. Pero al jefe de la banda del sexenio pasado nunca lo menciona.
¿Por qué será?
Concluía Dehesa: “Mil veces hemos hablado a favor de que la justicia despierte. Lo diré por la vez mil uno: ¿qué tal durmió la justicia en México? Ya urge que despierte. Estamos enfermos gravemente de injusticia”.
27 de abril de 2021, la justicia, estés donde estés, admirado Germán, sigue bien dormida en México.
Twitter: @leozuckermann
Columna Excélsior