viernes, noviembre 22, 2024

¿Quién ganó? ¿Quién perdió?

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Para descifrar el significado real del resultado electoral de ayer sería incurrir en reduccionismo simplón acudir a buscar la respuesta en el quiénes ganaron o quiénes perdieron. Porque en la reciente jornada electoral, sui géneris en términos históricos en México, hasta el árbitro jugó y sin duda resultó entre los ganadores. Porque el Instituto Federal Electoral ha rendido buenas cuentas demostrando capacidad de convocatoria al movilizar a cientos de miles de ciudadanos para organizar y dejar la mesa puesta para el ejercicio democrático en el cual han concurrido millones de mexicanos para por la vía pacífica decidir el camino a seguir en 15 entidades federativas, 30 legislaturas locales, más de mil 900 municipios y la nueva conformación de la Cámara federal de diputados. Que el resultado define la voluntad ciudadana ni duda cabe, pero también devela la capacidad de reacción de los poderes facticos gracias a los cuales la oposición política organizada en partidos pudo reactivarse y salir del marasmo en que la dejó el cataclismo electoral de 2018. Sin duda, el resultado electoral también confirmó que, si bien el ejercicio del poder conlleva inherentes satisfactores, lleva implícitos elementos que corroen y deterioran a quien lo ejerce.

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