miércoles, noviembre 27, 2024

Son muy liosos…

Opiniones y Comentarios

Julio Ricardo Blanchet Cruz

DiarioLibertad@gmail.com.mx

Hace ya algunos años; cuando las madres, influenciadas fuertemente por la religión, criaban hijos machos.  Y orgullosamente decían: “amarren a sus gallinas que mi gallo anda suelto”.  Cuando ya el asunto iba en serio y se hablaba de comprometerse ante Dios, o sea, de casarse hasta que la muerte los separara, la cosa cambiaba…

Por cierto, que quien no hacía caso de los mandatos divinos -o de los divinos mandatos, da más o menos lo mismo- quedaba fuera de la religión y era condenado a los infiernos por toda la eternidad -lo que, sinceramente, por una canita al aire como lucía un tanto cuanto exagerado-…

Sobre todo, porque el señor Presidente tampoco le hace caso a la Constitución y no le pasa nada.  Pero en fin…  

Cuando el noviazgo prosperaba, era obligado, por ambas partes, conocer a los futuros suegros; y no era remoto que alguien cercano les dijera ¡aguas! que en eso se iban a convertir cuando pasara el tiempo…

Y luego, la fecha de la boda no se fijaba pa pronto, no. Así como entre la elección y la toma de posesión debe pasar cierto tiempo para la entrega recepción; pues así lo mismo; el tiempo era para conocerse y la entrega de arras, anillos y todas esas cosas…

Lo que finalmente acaba valiendo un gorro.  Los enamorados son ciegos y se casan pensando uno, que la novia va a ser la misma joven alegre; y ella piensa que el novio va a cambiar el fútbol por la familia.  Pero nada de eso sucede…

Porque quien no se conoce a sí mismo, no puede conocer a nadie más.  Y como tampoco nadie puede amar lo que no conoce, pues tampoco pueden amar a los demás.  Y la ilusión del amor se acaba.  Pero hay más…

Cuando no se aceptan como son, entonces intentan ser de otra manera y se cambian todo lo cambiable: las nachas, la nariz, los labios, los pechos, se parten la barba y todo lo que ponen de moda las en su momento famosas.  Hoy las cejas, con eso del cubrebocas y los ojos pintados todas se parecen…

Aunque los hombres también le entran a eso de la moda, pocos son los que se aventuran a cambiarse el rostro.  Se limitan a la vestimenta y a los hoy tan de moda tatuajes.  Aunque estos son para ambos sexos…

Pero como al modificar el rostro -lo que se nota, aunque esté muy bien hecha- dejan de ser ellos, ellas; acaban por tampoco aceptar la nueva apariencia y por eso se siguen sometiendo a más y más operaciones; pero nunca volverán a ser ellos mismos…

Llevar buenas relaciones con una persona que mediante cirugías se ha cambiado el rostro, es imposible.  Se acaba por entender que son dos personas en una; la que es, de nacimiento, por decirlo de alguna manera; y la otra, la “nacida” de una ilusión en un quirófano.  Y ambas se detestan mutuamente…

Pero en la actualidad, las uniones se dan sin que ninguno de los dos se conozca a sí mismo; y lógicamente, menos que conozca al otro.  Hay casos de quienes se han conocido en Las Vegas y se casan al día siguiente.  Hay de todo…

No sé mucho de chismes, amables lectores, pero creo que, a Gala, la pareja de Dalí le pasó algo por el estilo; pues dicen que habiendo sido invitados su esposo y ella a una fiesta en la casa del genio de la pintura, conoció al Maestro y desde ese momento ambos fueron flechados por cupido y se inició un romance que en su momento fue escandaloso…

Pero son muy pocos los privilegiados que viven un encuentro así; los demás, tienen que seguir rodando de aquí para allá -como cantaba José José– hasta encontrar quien los escoja -en La Madre Naturaleza las hembras son las que escogen- y eso es con suerte, pues la mayoría nunca encuentra a su pareja…

Pues en todo eso de la genética familiar hay que fijarse muy bien antes de dar el consentimiento.  No vaya siendo que en la familia vaya a haber un “e”; -como el diputade veracruzano- que está resultando tode une pesadille, pues son muy liosos

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.

otros columnistas

 ¡Pero no!…

  El delito de moda…

Que sea lo que Dios quiera…

¡La respuesta de Rusia!… 

  ¿Estás preparado?…

¡Papelón!… 

Lo que mal empieza…