Cualquiera de las dos hipótesis que se maneja, es condenable, despreciable, inaceptable. Ya sea utilizar el cuerpo de un bebé para introducir droga a un penal o la de utilizar el cadáver de un bebé con el propósito de usarlo para un ritual al interior de un penal.
Ambas por cualquier ángulo que se les vea, conllevan a la complicidad de las autoridades de un modo u otro.
Ambas hipótesis aberrantes conllevan en generar “Poder”…
Quien controla la droga al interior del penal, ejercer “Poder”.
Quien “emplea” en un rito, el cadáver de un bebé, busca “Poder”.
El tráfico de estupefacientes da lugar a cantidad de recursos para su traslado. Entre los más extraordinarios que recuerdo, el descubierto en implantes mamarios en una mujer venezolana al arribar al aeropuerto de Madrid… o qué decir en el fracturado de la tibia y el peroné cuya escayola era de pura coca! Pero me sigue pareciendo espeluznante esa idea de que hayan utilizado el cadáver de un bebé para introducir drogas a un penal…
Por otro lado, el deseo de Poder a través de ritos que usen el sacrificio de seres vivos o hasta cadáveres, sencillamente no lo compro… ¿utilizar el cuerpo de un bebé? ¿Hasta dónde la “Fe” por algo o alguien te puede llevar a una aberración como la de usar el cuerpo de un pequeñito? Bien cabe aquí ese Hashtag #ConLosNiñosNo.
Por cierto, circula con insistencia un video de una persona a la que identifican como Jesús Ernesto López Gutiérrez, conocido en las redes como “El Chocoflan”, el hijo menor de la pareja presidencial.
En dicho video, ubican a un joven quien supuestamente se va a echar una botella de coñac Hennesy. Las redes aseguran que es Jesús Ernesto.
La verdad, sinceramente, no creo que lo sea por las siguientes razones:
1.- Qué hace un menor de edad (14 años) en un antro cuando se supone que los accesos están restringidos a menores de 18 años… ¡ni que fuera el hijo del presidente!
2.- Supongamos (un Supositorio, pues) que es Jesús Ernesto, ¿no sus guardaespaldas tienen la obligación moral (máxima Ley en este gobierno) para hacerle un reservado al junior para que le dé rienda suelta a su diversión sin que haya ojos ajenos y videos que le arruinen la fiesta?
3.- Además, ¿qué tipo de guardaespaldas no estaría a las vivas para evitar que si acaso fuera Jesús Ernesto, fuera grabado por algún neoliberalista envidioso que de seguro estaría chupando Bacardí y eso, después de haber hecho coperacha entre 5 o más individuos?
4.- Aunque quizás la pregunta más importante: ¿Qué hijo, teniendo un padre como Andrés Manuel López Obrador, quien no rompe un plato y que sólo toma aguas frescas, pudiera estar en el antro y dispuesto a echarse un coñaquito a sus 14 años? ¿Qué hijo, teniendo una madre como Beatriz Gutiérrez Müller, mujer intachable, toda ella perfecta, se echaría el trompo a la uña de irse a divertir en un antro y gastar el dinero de los contribuyentes en una botella que bajita la tenaza, dependiendo del antro, mínimo, te la han de ensartar en 5 mil varos?
Por supuesto, es seguro que este miércoles, cuando vuelva la gustada sección de Quién es Quién en los Medios, salga doña Vilchis a decir que ese joven que aparece en un video y que se parece a Jesús Ernesto, no era él porque el chamaco está bien educado, es un hijo de la Revolución y sigue el ejemplo de sus padres y de sus hermanos… y ha de rematar su rollo al estilo Beatriz: #ConLosNiñosNo.