Entiendo que el Presidente sea la voz cantante en este gobierno y, por tanto, los funcionarios del gabinete guarden un bajo perfil en los medios. Muy bien. Pero creo que ya llegó el momento de que el secretario de Hacienda nos explique qué va a hacer el gobierno frente a la incertidumbre que está generando el conflicto bélico en Ucrania.
Uno de los papeles que tradicionalmente tenían los secretarios de Hacienda era informar para mantener la calma en los mercados. Rogelio Ramírez de la O no lo ha querido hacer. No sé por qué. El hecho es que, desde que tomó posesión como titular de Hacienda, el secretario ha enmudecido. Este silencio me parece insostenible en la actual condición económica del mundo.
La situación en Ucrania modificará, para mal, las perspectivas de la economía en este año.
Para empezar, ni yendo a bailar a Chalma se cumplirá el crecimiento del Producto Interno Bruto proyectado por el gobierno en los Criterios Generales de Política Económica. Hacienda estimó un rango de entre 3.6% y 4.6% en este 2022. Si bien nos va, y la guerra en Europa termina rápido, alcanzaremos un dos por ciento. Esto significa menos recaudación para el erario de lo que se había proyectado.
Luego, está el tema de la inflación. El gobierno presupuestó con una estimación de 3.4% anual. Hoy, la inflación está por arriba del 7 por ciento. Como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, todas las materias primas están al alza: petróleo, gas natural, granos, aluminio, etcétera. En la medida que la guerra continúe, será imposible bajar la inflación a la meta del Banco de México (3% anual).
Lo cual nos lleva a un punto muy importante. El gobierno, por un lado, presupuestó su ingreso con una plataforma petrolera de un millón 826 mil barriles de petróleo diario. El más reciente dato es que la producción alcanzó un millón 783 mil barriles. No estamos lejos de lo proyectado. Por otro lado, en cuanto al precio, el gobierno estimó 55 dólares por barril de la mezcla mexicana de crudo. Hoy está en alrededor de 90 dólares, una diferencia de 63 por ciento. Esto, en apariencia, podría ser una buena noticia para las finanzas públicas.
No es así porque México importa alrededor de 500 mil barriles de gasolina diarios, en promedio, es decir, el 70% de la demanda de este tipo de combustible. El precio de la gasolina depende directamente del costo del petróleo. Si en México la gasolina se le vendiera al consumidor a precio de mercado, como en Estados Unidos, el incremento a consecuencia de la guerra en Ucrania lo pagarían los consumidores. Pero en nuestro país el precio de la gasolina está politizado. El gobierno no lo sube por miedo a perder popularidad. Por tanto, el gobierno, que antes recaudaba cientos de miles de millones de pesos al año del impuesto especial a la gasolina, ahora ya no tiene ese ingreso y, conforme sigan subiendo los costos de la gasolina que importa del extranjero, tendrá que subsidiarlos para no aumentar el precio al consumidor. Todo esto abrirá un boquete enorme en las finanzas públicas.
Si a esto le sumamos la caída en la recaudación por un menor crecimiento económico, la pregunta es qué hará el gobierno con muchos menos ingresos.
Ya se gastaron todos los ahorros que había en los fideicomisos y no parece haber mucho margen para seguir recortando el gasto público. Ergo, queda una solución: endeudarse. Pero el Presidente también prometió que no endeudaría al país. Bueno, pues es hora de decidir e informar qué harán para cuadrar las cifras.
Agréguese que, con la guerra, el precio del gas natural también ha subido. Éste es un insumo fundamental en la generación de energía eléctrica. Si aumenta el gas se incrementa el costo de la electricidad. Pero el gobierno tampoco quiere aumentar este precio por razones políticas. Muy bien. ¿Entonces qué harán?
Dice López Obrador que ya tienen un plan. Bueno, pues que lo den a conocer.
Más allá de solidarizarnos con los ucranianos y condenar la invasión rusa, los mexicanos queremos saber qué hará nuestro gobierno para enfrentar los retos económicos que generará esta nueva guerra. Comienza a vislumbrarse el fantasma de una posible estanflación: cero crecimiento económico o, incluso, negativo, aunado a una alta inflación. El peor de los mundos. El silencio de las autoridades económicas ya no es una opción. Entiendo que el secretario Ramírez de la O no salga a los medios porque no le gusta. Se vale. Pero que nombre un vocero que informe qué tiene en mente el gobierno para enfrentar los retos económicos que implica una guerra en Europa que no estaba en el guion.