viernes, noviembre 22, 2024

¿Qué espera Cuitláhuac para poner en libertad a los ultrajados?

Por Edgar Hernández*

Solo, despreciado y advertido con ser destituido si insiste en seguir violando la ley, a Cuitláhuac García solo le queda ordenar abrir de inmediato las puertas de la cárcel a los “ultrajados” y esconder la cola entre sus patas.

Ese, a tres años de distancia, es la resultante de su impericia, de juntarse con una bola de pendejos que lo han empinado y llevado al ridículo nacional.

Hoy la urgencia nacional toca las puertas de Pacho Viejo.

Las máximas autoridades nacionales y la opinión pública nacional y local, le exigen, no iniciativas del ley que revivan los Ultrajes a la Autoridad tal como pretende, sino que ponga en libertad a los más de mil 200 recluidos producto de sus venganzas y filias personales.

Víctima del escarnio público, caricaturizado de forma por demás ofensiva a nivel nacional, al grado de dar pena ajena y estar advertido de no seguir violando la ley con iniciativas persecutorias, el gobernador Cuitláhuac García, hoy no solo se mantiene entre los tres peores de la república del 2018 para acá, sino que se ha convertido en el hazmerreír nacional.

Sus taras al hablar lo matan. Sus ademanes son objeto de burlas y esa soledad que se percibe, no hacen más que acrecentar el desprecio ciudadano.

A la par pende un cuchillo sobre su cabeza.

El líder de los senadores de Morena, Ricardo Monreal ya le advirtió que si se atreve cambiarle el nombre a los delitos de Ultrajes a la Autoridad en una nueva iniciativa que envíe al Congreso local, “él y los diputados podrían ser destituidos”.

Más claro ni el agua.

A la par los partidos políticos, líderes de opinión y el ex gobernador, senador y guía moral de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, exigen que agentes del ministerio público, peritos, fiscales y jueces que se prestaron para perpetrar abusos con el delito de ultrajes a la autoridad deberán rendir cuentas.

No se busca más que prevalezca la justicia y que los cómplices de Cuitláhuac asuman las consecuencias jurídicas, morales y penales de sus actos.

Por lo pronto el tic-tac de espera está abierto.

En las próximas horas, si no le gana un nuevo berrinche, deberá ordenar abrir la puertas de la cárcel a quienes desde marzo del año pasado fueron llevado a prisión por ese delito en la intención de que si les inventan otros cargos que los retengan, se le va a armar a este improvisado gobernador quien ya mismo se encuentra en un callejón sin salida.

Cuitláhuac no quiere darse cuenta que ya no cuenta con el aval de López Obrador, quien ya quisiera salir de sus propios problemas más que salir, una vez más, en defensa de este atarantado gobernador.

A Cuitláhuac el sexenio se le adelantó.

Las tribus ya no lo pelan; sus aliados históricos se han hecho como que la virgen los mira; la bancada morena en el Congreso ya no le sirve para un carajo sobre todo después de este último lance y todas las pifias e ilegalidades cometidas en los últimos tres años bajo la conducción de su pastor, Juan Javier Gómez Cazarín, un analfabeto funcional que no rebuzna porque no le sale el tono.

A la par y en la misma línea de la operatividad, sensibilidad política y ausencia de legalidad, se encuentra el Poder Judicial en poder de Isabel Romero Cruz, la legendaria “Chabelita”, una ignorante con serios problemas de coordinación cerebral que ni para cómplice sirve.

Ese es el brutal panorama que vive el gobernador a quien no solo Veracruz, sino la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación y buena parte del Senado de la República, le exigen le ponga fecha a la puesta en libertad de los cientos de ultrajados por los abusos de poder de su gobierno, de lo contrario, ya es tiempo de que vaya pensando en irse.

¿Tendrá rancho?

Tiempo al tiempo. 

*Premio Nacional de Periodismo

otros columnistas