Hay que verlo con la señoría que se maneja en la pista de baile. Su esqueleto y sus músculos se acompasan con el ritmo y no pierde un compás en seguimiento de las notas musicales: y uno, y dos, y tres, yyy cuatro, y otra vez hasta completar los ocho movimientos perfectos.
(Que así se manejara en el Palacio de Gobierno, en su oficina).
Su cara se transforma. Se le nota la alegría de hacer por fin algo que sí le sale bien, y hasta su faz alumbra una luz que parece inteligencia. La autoestima se le va hasta el cielo y desde ahí domina el entorno de los otros bailarines; lidera los movimientos; encauza los pasos de los demás.
(Que Veracruz tuviera un líder que lo condujera así como lo hace él con el ballet que lo acompaña en el cabaret a seguir los timbales y los güiros y los metales y el tres).
Con su pareja se ve dominante, en el buen sentido de la palabra, y la lleva con suavidad y al mismo tiempo firmeza. La manda para allá, la echa hacia acá, La deja suelta y sin voltear a verla siquiera adivina en donde está su mano y la agarra como si tuviera ojos en la espalda. ¡Y nunca se equivoca!
(Que así fuera de certero y seguro para dirigir los destinos de nuestro estado).
Alguien que le sepa muy bien a eso de la salsa (saludos, amigo y colega Arturo Reyes Isidoro) de inmediato se dará cuenta de que el Gobernador es un experto en la bailada chuchumbera. Cuando exhibe a su acompañante lo hace con la precisión de un torero que le gana los terrenos a un miura y lo convence de que haga lo que él le ordena, por amor al arte. Las vueltas con los brazos por arriba parecen banderillas colocadas por un maestro; las de los brazos en la cintura semejan castañuelas manejadas con el arte de un tablao flamenco.
(Que ese expertiz fuera para manejar las políticas públicas, para enderezar proyectos innovadores, para desarrollar a Veracruz y ponerlo en los primeros lugares de calidad).
Nunca pierde la concentración ni se sale de su lugar; nada lo saca de su ensimismamiento. Bailar lo es todo en el mundo de la cadencia, en el universo del son.
(Que así mantuviera la cordura durante todo el día y todos los días de su mandato; que no se saliera de sus casillas, ni tratara de convencer con mentiras).
Lástima, en verdad lástima que esas capacidades para el baile no las tenga para gobernar.