domingo, noviembre 24, 2024

Ahora la guerra va a Coahuila

En la tierra de Madero y de Carranza, Coahuila, comenzaron este fin de semana las escaramuzas y avanzadas de una guerra electoral para la que falta exactamente un año. Hasta los municipios de Saltillo y de Francisco I. Madero llegaron los ejércitos del PRI y de Morena que se disputarán la gubernatura y el control político de este estado, que ha sido hasta ahora un bastión histórico del priismo y en el que nunca ha gobernado un partido distinto, en los próximos comicios del 4 de junio de 2023.

Esta primera batalla, en la que solo hubo escarceos, arengas y presentación de aspirantes, la ganó el PRI, si se le ve por el músculo de fuerza enseñado. El sábado, los priistas, con el gobernador Miguel Riquelme al frente y el líder nacional del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, enseñaron el músculo al reunir a 35 mil militantes en la 38 Reunión del Consejo Político Estatal en la capital coahuilense. Con el pretexto de tomar protesta a los nuevos comités municipales, el mandatario estatal aprovechó para lanzar el grito de guerra para que lo oigan hasta Palacio Nacional: «En Coahuila no vamos a negociar ni a jugar con el futuro de nuestro estado. Le vamos a ganar al partido de las corcholatas. Le vamos a ganar a Morena a la buena, al tú por tú, con las estrictas reglas de la democracia», dijo Riquelme ante el priismo de su estado.

Mientras tanto el domingo en el municipio de Francisco I. Madero, donde gobierna un alcalde de su partido, Morena llevó a cabo su «Encuentro de Unidad», en el que apenas reunieron a 5 mil personas, aunque la nota se la llevaron otra vez «las corcholatas» presidenciales que asistieron de nuevo a lanzar arengas y discursos en favor de la unidad partidista y a favor de «que siga la transformación» del presidente López Obrador. Esta vez asistieron Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y, a diferencia de lo que pasó en Toluca, esta vez sí invitaron a Ricardo Monreal que fue subido al podium y pudo hablar como las otras corcholatas. Marcelo Ebrard esta vez estuvo ausente por estar positivo de Covid19.

De los aspirantes morenistas a gobernador de Coahuila se vio en el evento al senador Armando Guadiana, que encabeza la mayoría de los sondeos, y al subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, quien busca también la postulación, y el diputado Luis Fernando Salazar, este último expanista que llegó a Morena de la mano de Mario Delgado. En el caso del PRI, el candidato más visible hasta ahora, y que también estuvo en el Consejo Político del sábado en Saltillo, fue el exalcalde de esa ciudad y actual secretario de Desarrollo e Inclusión del gobierno estatal, Manolo Jiménez; aunque la realidad es que la candidatura de Coahuila está sujeta a los acuerdos que tome la Alianza Va Por México; y dependiendo de lo que suceda en el Estado de México, si la candidata o candidato es priista, en la elección coahuilense podría corresponderle al PAN la nominación.

Por lo pronto el fin de semana en los eventos tanto del PRI como de Morena se hicieron sonar los tambores de guerra. Mientras el gobernador Riquelme decía que no negociará y que van a derrotar al morenismo, con todo y sus programas sociales, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, aseguró que en junio de 2023 Coahuila «va a hacer historia y va a dejar atrás la terrible historia del robo de los recursos públicos, la terrible historia de la represión como forma de gobierno y que no haya democracia ni se respete el voto».

Pero el tono bélico no sólo fue entre los partidos, sino también se escuchó en forma de indirectas en el evento morenista, donde Ricardo Monreal, en su discurso, pidió «reglas claras y consensuadas con la militancia para elegir a los dirigentes y candidatos de Morena» y habló de «mecanismos claros, en igualdad de circunstancias, piso parejo, para que la gente sea la que decida». Y apenas había terminado de hablar Monreal, el secretario de Gobernación, Adán Augusto, le respondió en su discurso: «Decirles que aquí no es un asunto de sumisión o de rebeldía, es un asunto de entender lo que significa la Cuarta Transformación de la Patria y estar solidarios acompañando a Andrés Manuel López Obrador».

Es decir, que a Monreal lo incluyeron en el evento y hasta le dieron trato de «corcholata» oficial, pero ahí estaba Adán Augusto para vigilar al zacatecano que retomó el mismo discurso del ausente Marcelo Ebrard, quien en Toluca ya había advertido que «la unidad solo es posible con respeto y con piso parejo». Lo curioso es que aquel domingo 12 de junio en la capital mexiquense el secretario de Gobernación no le respondió nada al discurso de Ebrard, como sí lo hizo esta vez al senador zacatecano, que fue el más aguerrido de los tres en las arengas y en su discurso de pedir piso parejo y reglas claras para las elecciones internas.

En fin, que en Morena por más que se esfuerzan en demostrar «unidad» en sus encuentros, tanto en el Estado de México como ayer en Coahuila, la realidad es que esa unidad es nada más de palabra. Basta ver las caras de las «corcholatas» cuando se están escuchando unas a otras; la de Sheinbaum cuando habla Ebrard o Monreal, o la de estos dos cuando la de la voz es la jefa de Gobierno o el secretario de Gobernación. Llegado el momento de las definiciones, cuando el dedo de Palacio Nacional se meta en la encuesta y apunte a la o él ungido, difícilmente aguantará la fingida “unidad” morenista y el escenario de una ruptura se percibe hoy en el ambiente interno del partido oficial.

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