jueves, noviembre 21, 2024

Divide et impera, la estrategia de AMLO vs. el PRI

La cacería judicial y política que empezó el presidente Andrés Manuel López Obrador contra el PRI y contra sus principales liderazgos no se limita a la elección del 2023 mexiquense; el verdadero objetivo es contener, subyugar y controlar al viejo partido y evitar a toda costa que, con su alianza con la oposición del PAN, se conviertan en una amenaza para la continuidad de Morena y de la autollamada 4T en las elecciones presidenciales de 2024.
 
Con las investigaciones y el acoso judicial en contra del dirigente priista, Alejandro Moreno Cárdenas, y ahora también contra el expresidente Enrique Peña Nieto, a quien no sólo le investigan sus cuentas personales sino también las de su exesposa, Angelica Rivera, y de sus hermanos y familia, López Obrador intenta desarticular y desmantenlar cualquier capacidad de operación política primero del PRI nacional y de la Alianza Va Por México, y luego del grupo mexiquense o de Atlacomulco, cuyo liderazgo hoy recae, tras la muerte de Alfredo del Mazo González, en el exmandatario exiliado en Madrid.
 
El uso del aparato judicial y financiero, con el ariete de la UIF y la pinza de la FGR, es algo que ha decidido el propio presidente en su afán de cobrarles a los priistas el incumplimiento de los acuerdos que, según lo ve el inquilino de Palacio, los tricolores rompieron al enfrentar abiertamente a su gobierno en temas como la industria eléctrica, las pasadas elecciones estatales del 5 de junio, donde le ganaron Durango y Aguascalientes aliados con el PAN y la puesta en marcha de una estrategia electoral para frenar a Morena en la entidad mexiquense, de la que se habló en una reunión encabezada por el propio Peña Nieto en Madrid en los primeros días de junio de este año y a la que acudieron varios políticos del Edomex.
 
Y en el objetivo de someter al PRI y obligarlo a no enfrentarse ni a ser un obstáculo para Morena en 2024, López Obrador fomenta en el PRI la vieja máxima romana de “Divide y Vencerás” y el presidente tiene de su lado las profundas divisiones que en estos momentos tienen los grupos del viejo partido. Enrique Peña Nieto se quedó prácticamente solo, luego de que sus principales colaboradores e integrantes de su grupo, lo abandonaran y le reprocharan el haberse alejado en el exilio y haber “pactado” con AMLO sólo para protegerse a él y a algunos de sus más cercanos.
 
Alejandro Moreno también está cada vez más solo y confrontado con los grupos y liderazgos priistas. Su negativa a mantener el diálogo y a atender las “reflexiones” que le hicieron los exdirigentes nacionales del partido, en su larga encerrona del pasado 14 de junio, lo distanció aún más de figuras del partido con los que ya se había confrontado como Beatriz ParedesRoberto MadrazoManlio Fabio Beltrones y Dulce María Sauri, entre otros, de los que hoy, ninguno de ellos sale en defensa del dirigente de su partido ante el embate de la Presidencia de la República y del aparato judicial.
 
Pero, además, desde los estados de la República varios exgobernadores y exdirigentes lo mismo en Nuevo León que en Sonora, se han declarado en contra de la permanencia de Moreno Cárdenas al frente del PRI y han desconocido su liderazgo. Para colmo, Alito tiene un pleito irreconciliable con el líder del Senado, Miguel Ángel Osorio Chong, quien también ha pedido su renuncia, y no mantiene buena relación ni comunicación con el gobernador Alfredo del Mazo, justo cuando las elecciones mexiquenses se convierten en un asunto de vida o muerte para el priismo no sólo de ese estado sino a nivel nacional.
 
Incluso, con sus aliados internos, Rubén Moreira y Carolina Viggiano, el líder priista hoy no tiene necesariamente todo el respaldo ni la confianza. Versiones internas del grupo más cercano de Moreno Cárdenas, aseguran que “desconfían de Moreira” y que no dudan que el coordinador de la bancada de diputados del PRI pueda “traicionar a Alito e intentar quedarse con el control del partido entre él y su esposa”.
 
Es decir que, aunque López Obrador está decidido a zarandear al PRI y a someter a sus dirigentes y liderazgos con investigaciones judiciales e incluso con la cárcel, la estrategia presidencial se está viendo facilitada y acelerada por las divisiones, pleitos y enconos que prevalecen en el viejo partido. Si alguien conoce bien a los priistas, ese es Andrés Manuel que se formó y creció como priista. Y el tabasqueño sabe muy bien que, junto al gen de la institucionalidad y su sumisión a la figura presidencial, los tricolores también traen en su genética la traición y la división que hoy los está volviendo cada vez más vulnerables.

NOTAS INDISCRETAS

Por cierto que en su presentación del pasado jueves en la conferencia mañanera, donde el presidente le dio el micrófono para que anunciara las investigaciones contra Peña Nieto, al director de la UIF, Pablo Gómez, le ganaron las ansias y enseñó su adhesión a favor de Claudia Sheinbaum rumbo al 2024, cuando soltó un comentario envenenado sobre su antecesor en el cargo, Santiago Nieto Castillo: “La UIF no combatía la corrupción, era parte de ella”, dijo Gómez que claramente se lanzaba no sólo contra Nieto, que le contestó de inmediato en Twitter, sino más bien en contra de Marcelo Ebrard, el aspirante presidencial con el que hoy colabora en su campaña el exdirector de la UIF. Y para que no quedaran dudas, ese mismo día, horas más tarde, la jefa de Gobierno salió a reforzar el mensaje del duro Pablo, al celebrar, en su conferencia de prensa del Palacio del Ayuntamiento, la investigación de la UIF en contra de Peña Nieto y de paso remarcar el raspón a Santiago Nieto: “Que ya no hay impunidad, (ya) no se esconden las cosas, que se veían en lo oscurito, se hace transparente y se presenta ante la Fiscalía”, dijo Sheinbaum. Es decir, que mientras López Obrador les declara la guerra a los de la oposición, Pablo Gómez y su candidata están pensando más bien en la guerra interna contra los de casa. Cada quien sus prioridades… Los dados mandan Serpiente Doble. La semana se viene complicada.

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