viernes, diciembre 20, 2024

El depredador y su malévolo títere

Bernardo Gutiérrez Parra

No sé tú lector, pero tengo la ligera sospecha de que al menos en este sexenio nos quedaremos con las ganas de tener un servicio de salud como en Dinamarca, por mucho que López Obrador siga dorándonos la píldora. Sobre todo cuando uno de los graves problemas es el desabasto de medicamentos.

En febrero, abril, junio, octubre y noviembre del 2021 Andrés Manuel aseguró que pronto se cubriría el desabasto. Pero cuando un reportero le pidió que fuera más específico con la fecha, le regaló en respuesta una de sus enigmáticas sonrisas.

El 9 de junio de este año afirmó que los hospitales tenían un 90% de abasto y como siempre fue más allá; se comprometió a que (ahora sí) dentro de un año, México contará con un sistema de salud que rayará en lo perfecto.

“Ese sistema va a funcionar a la perfección, ese es el compromiso que tenemos. Puedo decir hoy que ya tenemos el 90 por ciento de abasto de medicamentos… Cuando llegamos no había ni la mitad, lo que había era una gran corrupción en la compra de medicamentos, por eso se nos lanzaron muy fuerte pero ya estamos a punto de resolverlo. No pudieron los corruptos”.

Puro choro. La última vez que hubo abasto en los hospitales del país fue en la segunda mitad del 2018 cuando todavía gobernaba Peña Nieto. De entonces a la fecha… ¡puag!

Se supone que en este sexenio todos los mexicanos con trabajo o sin él tendrían IMSS o ISSSTE pero no es así. Más de la mitad de la población económicamente activa carece de seguridad social, por lo que cuando se enferman acuden a un consultorio popular donde la consulta cuesta 50 pesos, contra 700 que es lo que cobra en promedio un médico particular y donde además, las medicinas son infinitamente más baratas que las de patente.

Esto no le gustó al héroe del combate al Covid, Hugo López-Gatell que los descalificó al manifestar que si bien esos consultorios cubren una necesidad, lo hacen en condiciones precarias tanto para los pacientes como para los médicos.

“Pero no podemos cancelarlos de tajo. Lo deseable es que no existan en la medida en que el sistema público garantice la gratuidad, la universalidad, que todo mundo tenga acceso (a la seguridad social) y desde luego que la calidad sea atractiva para el pueblo”. Es decir, cuando seamos como Dinamarca.

Donde no se midió fue al manifestar que pacientes con Covid que fueron atendidos en esos consultorios murieron a causa del abuso de antibióticos.

¿De dónde sacó el dato? De su cochambrosa mente.

De acuerdo con información dada a conocer por la propia Secretaría de Salud, el número de pacientes con Covid que recibió atención médica en consultorios anexos a farmacias fue del 11%, apenas uno de cada diez.

Si se toma como base que el número de fallecidos oficialmente es de 500 mil, quizá el número de atendidos en consultorios populares fue de 50 mil. En el hipotético caso de que hubiera muerto la mitad, se habría armado un escándalo nacional y esos consultorios junto con las farmacias estarían cerrados.

Lo que dijo López-Gatell es una flagrante mentira, pero justo es señalar que jamás se suelta de la lengua si no es con la anuencia o por orden de su amo.

Mientras decía su sarta de barbaridades era escuchado con atención por su patrón López Obrador. Y no es que uno quiera pensar mal, pero ¿será que el tabasqueño le “sugirió” soltar el calambre?

Después de escuchar a Hugo, nada me va a extrañar si un día me entero que el SAT anda detrás de esas farmacias. Lo que sería otro duro golpe del presidente a los que menos tienen y prometió ayudar. Pero a los que cada vez que les da un peso les quita cien. Y van los ejemplos.

Quitó las estancias infantiles, las escuelas de tiempo completo, las medicinas para los niños con cáncer, los medicamentos para enfermos de VIH, las casas donde se protegía a las mujeres que sufren de violencia intrafamiliar y por lo que parloteó López-Gatell, ahora le quiere quitar médicos y medicinas a quienes carecen de asistencia social.

En ese sentido y viéndolo con objetividad, Andrés Manuel se ha convertido en un depredador. Y López-Gatell en su malévolo títere.

Hasta la fecha sigue desdeñando el uso del cubrebocas, le regateó por meses las vacunas a los niños y tiene en el abandono a los hospitales. ¿Resultado? Más de medio millón de muertos por la pandemia.

Vaya con este par. 

En lo personal lector, ya no deseo un servicio de salud como el de Dinamarca, me conformo con el que teníamos antes. ¿Que tenía sus asegunes?, sí. Pero de que era más eficiente que lo que tenemos hoy, eso ni duda cabe.  

bernardogup@hotmail.com

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