Expresión ciudadana
Carlos A. Luna Escudero
Según el INEGI, el rezago educativo se refiere a la condición de atraso en el que se encuentran las personas que no tienen el nivel educativo que se considera básico dentro de los límites de edad. Así, la población de 15 años y más con la primaria y/o secundaria terminadas se incluyen en este concepto.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) emplea el término rezago educativo para denotar la falta de acceso a la escuela, la deserción y la no terminación del ciclo obligatorio de primaria y secundaria, y que se manifiesta en los índices de analfabetismo y eficiencia terminal, concentrados sobre todo en las poblaciones rurales e indígenas (Torres y Tenti, 2000).
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 1994) refiere que el rezago educativo es la condición de atraso en la que se encuentran las personas que no tienen el nivel educativo que se considera básico dentro de los límites de edad; de esta manera, la población de 15 años y más que no cuenta con la primaria completa está bajo esta condición, asista o no a la escuela.
El Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2018), de acuerdo a la Norma de Escolaridad Obligatoria del Estado Mexicano, establece que la población con carencia por rezago educativo es aquella que cumple con alguno de los siguientes criterios:
1.Tener de tres a quince años, no contar con la educación básica obligatoria y no asistir a un centro de educación formal.
2.Haber nacido antes de 1982 y no contar con el nivel de educación obligatoria –primaria completa– vigente en el momento en que debía haberla cursado.
3.Haber nacido a partir de 1982 y no contar con el nivel de educación obligatoria, es decir, secundaria completa.
Es común utilizar en México el concepto de rezago educativo para englobar la cantidad y la proporción de individuos que no completaron la educación básica obligatoria, es decir, los niveles de primaria y secundaria dentro de la edad establecida, por cuestiones académicas: la reprobación, la repetición, la extra edad, la inasistencia, el ingreso tardío o las salidas anticipadas, entre otras (Rodríguez, 2013).
Así pues, se concibe al rezago educativo como una situación de atraso académico con respecto a los límites de edad; como una condición de desafiliación o salida prematura de la escuela, resultado de un proceso de “desenganche” (Rumberger, 2001, p. 6) causado por la desvinculación entre las prácticas escolares y procesos de enseñanza con el ritmo y entorno personal del estudiante, mismo que “no es necesariamente intencional por parte del alumno, sino que se encuentra naturalizado por su entorno próximo” (Mena et al., 2010, p. 134).
El rezago educativo es uno de los mayores desafíos que enfrenta México como sociedad y país, donde nuestro estado ocupa los primeros lugares. Un estudio del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), señala que, en México, poco más de 28 millones de personas mayores de 15 años se encuentran en rezago educativo (el 21.8% de la población total), es decir, no han concluido su educación primaria o secundaria. De ellos, 4.3 millones no sabe leer ni escribir, lo que representa 3.5 por ciento de la población de este grupo.
Datos del INEA revelan que, a escala nacional, 29.1 por ciento de quienes tienen 15 años o más, es decir, 28 millones 39 mil 332 personas, viven en rezago educativo, pues 15.6 millones no han concluido la secundaria y 8 millones 30 mil no terminaron sus estudios de primaria.
Por lo que toca a nuestro estado, hasta el 21 de diciembre del 2021, según el INEA había en Veracruz 503 mil 454 personas en estado de analfabetismo, el 11.6% del total nacional y el 6.3% de la población estatal. La cifra coloca al estado en el vergonzoso primer lugar nacional en el número de personas que no saben leer ni escribir.
Y si bien la cifra se ha reducido, los expertos en educación reconocen que más de medio millón de veracruzanos que no saben leer ni escribir, es una cifra terriblemente alta. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, Veracruz pasó de tener 669 mil 596 personas analfabetas en el año 2000 a 619 mil 394 en 2010. Es decir, en 10 años únicamente lograron salir de esta condición 50 mil 202 personas.
El mayor logro se tuvo hacia 2020, cuando la cifra de personas que ahora ya saben leer y escribir se incrementó a 101 mil 596, o sea, más del doble que en el 2010. Es decir, que en la década de 2000 al 2010 se redujo el analfabetismo en poco más de 50 mil veracruzanos, mientras que en la década siguiente fue de más del doble.
Los datos del INEGI refieren que, en cuanto hace a la población de hombres y mujeres analfabetas, son más las féminas en esta condición. De esta manera, hasta el 2020 las mujeres de 15 años y más que no saben leer y escribir es de 311 mil 134, frente a 206 mil 664 hombres, una diferencia de 104 mil 470 mujeres más sin la posibilidad de acceso a la educación. Sin embargo, aunque hay más mujeres analfabetas que hombres, también es cierto que son éstas las que más han logrado ir saliendo de estas condiciones.
La tasa de analfabetismo está presente mayormente en las personas de 75 años y más, quienes ocupan el 35.3 por ciento del total de analfabetas, seguidas de la población de 60 a 74 años con el 18.2 por ciento. Las personas de 49 a 59 años ocupan el 9.6 por ciento del total; las de 30 a 44 años, el 4.9 por ciento y las de 15 a 29 años, el 1.7 por ciento.
En cuanto a los que no han terminado la primaria, el INEA, señala que a nivel nacional existen 8 millones 3 mil personas que no lo han logrado, de las cuales en Veracruz hay 795,352 personas, que representan el 9.9% del total del país, y que a nivel estatal representa el 9.9% con respecto a su población, ubicando a nuestra entidad en el segundo lugar nacional, sólo después del Estado de México, que cuenta con 860,457 personas que se ubican en este segmento, sin considerar que, por el tamaño de la población de ambas entidades, porcentualmente nuestra entidad estaría en el primer lugar.
Por lo que se refiere a la secundaria sin concluir, el mismo INEA, en su “Estimación de la población de 15 años o más en Rezago Educativo al 21 de diciembre del 2021”, indica que a nivel nacional había más de 15 millones 690 mil personas que no la habían concluido, el 55.9% del total del rezago educativo del país. Veracruz contaba en este mismo segmento con poco más de 1 millón 634 mil personas, lo que representa el 10.4% del total del país y el 20.2% del total de la población de nuestro estado. Por ello, ocupa el segundo lugar nacional, después del Estado de México.
Los tres indicadores del rezago educativo sitúan a nuestra entidad cuantitativamente en el segundo lugar nacional en este rubro, con 2,430,440 personas con rezago educativo que, comparados con los 8,062,579 habitantes que censó el INEGI en el 2020, representa que el 30.1% de la población de la entidad se encuentra en esta lamentable situación, una verdadera catástrofe y una vergüenza para uno de los estados más importantes del país. Todo lo anterior, sin considerar aún los estragos en el aprendizaje y en la deserción escolar derivados de la pandemia del COVID-19, tema que se abordará en una próxima colaboración.
Es por lo anterior y por su complejidad, que no es posible abordar este problema desde una sola perspectiva, ni apuntar su origen a un único agente educativo. Existen estudios que abordan el origen del rezago educativo a partir del Estado (Latapí, 1995; Muñoz-Izquierdo, 2009; Schmelkes, 2014). Señalan como causas primarias del mismo la incapacidad de éste para proveer una educación de calidad; la imposibilidad de cubrir la totalidad de la demanda; el implementar instrumentos de selección que niegan a la población en edad escolar la oportunidad de realizar sus estudios.
Otras investigaciones plantean que la escuela es fuente generadora del rezago educativo por la composición social, la gestión escolar, las prácticas de enseñanza, la formación docente, la normatividad, el ambiente, la infraestructura, el sector institucional y el currículum, así como las medidas específicas dirigidas a los alumnos en riesgo (Román, 2009; Rumberger, 2001).
También existen escritos que ponen la mirada sobre el alumno, responsabilizándolo de su condición de atraso escolar (Mena, Fernández y Riviére, 2010); así, la inteligencia, los genes y los dones (Kaplan, 2005), el mérito y el talento de los individuos según los criterios del sistema educativo (Dubet, 2005) serán los responsables del éxito o el fracaso escolar, donde sólo “los mejores y los más brillantes son los que triunfan, mientras que los inferiores fracasan debido a su propia naturaleza” (Kaplan, 2005, p. 79).
Pese a las diversas investigaciones que se han realizado en torno al problema del rezago educativo y su origen, no se ha llegado a un consenso acerca de las causas que lo generan. De forma general, el término de rezago educativo denota una condición de atraso, de abandono de los estudios o de no conclusión de los mismos en los tiempos establecidos para un nivel educativo. Es importante aclarar que no todos los tipos de alejamiento de la escuela ni todos los modelos de abandono deben ser considerados como rezago educativo, puesto que no hay una forma única de concebir a éste.
El rezago educativo tiene una doble dimensión, pues es producto tanto de causas individuales como colectivas. El abandono escolar –en un primer momento– no responde a una decisión individual. Es el efecto de las fuerzas o funciones que ejercen el Estado, la escuela y el currículo, la familia y las características del propio alumno, quienes lo colocan en un papel de rezagado.
Los cuatro agentes: Estado, familia, escuela y sujeto-alumno, contribuyen al origen del rezago educativo. Estos cuatro agentes producen desde el interior del sistema, ciertos factores que fertilizan, generan y acumulan el rezago educativo en el país.
El Estado, según Muñoz-Izquierdo (2009), origina el rezago educativo por: las bajas inversiones destinadas al financiamiento de la educación pública; las reformas educativas diseñadas para responder a los intereses económicos y políticos de los grupos de poder; la pertinencia de la oferta educativa que depende de la capacidad de negociación que tienen los diversos grupos sociales frente al sistema político; la ampliación de la matrícula y la cobertura sin la dotación proporcional de recursos financieros a las instituciones escolares, y el desgaste del cuerpo magisterial con la implementación de nuevos modelos educativos y la derogación de leyes que se presentan cada sexenio.
La escuela y el currículo conllevan al rezago educativo al: establecer mecanismos de selección y fragmentación del currículo (Rossano, 2006); imponer evaluaciones estandarizadas y no diversificadas a las que el alumnado “tiene que someterse, por las buenas o por las malas”, así como prácticas que lo ‘expulsan’ de la escuela (Perrenoud, 2008); disponer la estructura y los contenidos curriculares como mecanismos de selección y fabricación de los juicios de excelencia (Perrenoud, 2008).
La familia es raíz del rezago educativo puesto que: determina la herencia cultural a partir del nivel educativo alcanzado por los padres o tutores y hermanos mayores; la situación socioeconómica familiar, que puede obstaculizar la adquisición de bienes culturales y herramientas para el aprendizaje como libros, diccionarios, computadoras y acceso a internet; provoca el logro o el fracaso escolar por el apoyo brindado o no a los miembros de la familia para la continuación de sus estudios y porque las características del entorno familiar influyen en el rendimiento escolar de los estudiantes, de acuerdo al tipo de relaciones que existan entre los miembros, principalmente, con los padres (Bracho, 1990).
El estudiante contribuye al rezago educativo desde la: particularidad de su inteligencia o talento; esfuerzo, perseverancia, resiliencia, manejo de emociones y conflictos, entre otras; capacidad de adaptación, experimentación, movilización y resistencia a procesos nuevos y la forma de enfrentar los problemas frente al colectivo; baja autoestima y poca confianza por alcanzar logros académicos; necesidad de reconocimiento por parte del ‘otro’ y su relación con el grupo de pares (Arango, 2006) y por la confrontación con la autoridad escolar y familiar.
El rezago educativo puede ser un ciclo sin fin si los agentes que lo generan no analizan con detenimiento las acciones con las cuales pueden evitar su alto crecimiento. La acción primaria le corresponde obviamente al Estado por ser el que regula y dicta la normatividad y la política educativa.
El rezago educativo es un problema estructural que permea todas las formas en que nos relacionamos, por lo que debe ser prioridad que se resuelva tan pronto como sea posible, debe ser compromiso de todos los que participamos en el proceso educativo.