domingo, noviembre 24, 2024

El amor en la obra de Benito Pérez Galdós. (III)

“Fortunata y Jacinta: tercera parte”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En la tercera parte de esta larga historia nos encontramos a Fortunata viviendo nuevamente momentos de pasión con Juan Santa Cruz. Con la diferencia que ahora los dos estaban en la misma condición de amantes. Juan Santa Cruz le era infiel a su esposa Jacinta, y Fortunata engañaba a su recién esposo Maximiliano. Cuando este amorío se descubrió, la bella joven abandonó la casa de Maximiliano y Juan le rentó una amplia casona a su querida Fortunata. Allí disfrutaban su amor, no obstante, a los pocos meses Jacinta se enteró que su esposo tenía amante y muy molesta y ofendida le reclamó, este le dio una explicación astuta, ágil, que momentáneamente lo ayudó a salir del problema, la explicación es la siguiente.

Juan reconoció que ayudaba a Fortunata con una casa y cierto apoyo económico para que viviera, argumentando que el motivo por el que originalmente tomó esa decisión fue porque sentía gran remordimiento de conciencia ya que cuando fue novio de Fortunata y ella quedó embarazada, él no pudo desposarla y prácticamente la abandonó a su suerte. Sabemos que del amorío inicial entre Juan y Fortunata nació un hijo, pero este niño murió. Así que todo este pasado turbio que sucedió antes de que Juan se casara con Jacinta, obligó moralmente a Juan a ayudar a la bella joven e incluso fue más allá, le confesó a su mujer que a raíz de la convivencia permanente con Fortunata sí tenían una relación íntima, empero, que él ya estaba hastiado de ella, y que entre más pasaba instantes con su amante, más pensaba en su mujer, que sinceramente la amaba y no la cambaría nunca…que si lo perdonaba él inmediatamente daría todo por terminado con Fortunata, pero que ella comprendiera que debía darle una fuerte cantidad de dinero para que ya no lo molestara. Jacinta aceptó y le dijo que un error más con esa mujer ya no se lo perdonaría.

El lector en esta parte duda de la sinceridad de Juan, sin embargo, al continuar con la lectura se da uno cuenta que era real, que en ese momento Juan ya estaba fastidiado de Fortunata. Juan parece ser un personaje que cuando algo se le niega, se aferra más a lo negado, pero una vez que tiene el objeto deseado pierde al poco tiempo interés en él. Fortunata por segunda vez se sintió burlada, humillada, ofendida, al inicio intentó regresar la fuerte cantidad de dinero que Juan le dio para que ella emprendiera otra vida, e incluso, Juan le sugirió que intentara regresar con su esposo Maximiliano, idea que a Fortunata la enfureció, recordemos que ella nunca lo amó, y con toda la rabia del mundo, sin poder hacer nada, de pronto, la muy bella mujer quedó abandonada y otra vez sola.

En este contexto aparece un personaje de 69 años de edad llamado Evaristo Feijóo; hombre respetado, jubilado del servicio militar, muy experimentado para las mujeres y en general para la vida, esto lo digo porque Evaristo conocía la condición falible, débil, inestable, de todo hombre, y a partir de este conocimiento de la condición humana, empezó a cortejar a Fortunata. Al inicio no directamente enamorándola, pero si ayudándola y haciéndola sentir que no estaba sola, realmente logró hacerla sentir tan bien con su compañía que cuando vio la oportunidad, le expreso lo siguiente.

Le dijo a Fortunata que ella había sufrido mucho por no ser una mujer práctica. Fortunata le preguntó qué implicaba ser una mujer práctica. Don Evaristo le enseñó que en el mundo real, no el ideal, las relaciones se originan por puro interés, que por supuesto en algunos casos hay cierto cariño, empatías, y cuando son casos muy positivos hay mucha atracción, pero que aún en estos casos lo que realmente impulsa la relación es la estabilidad económica, el tener un nombre en la sociedad, el no ser vista en el caso de la mujer como una solterona, y que si conociera más a fondo la practicidad de las relaciones humanas, descubriría que la mayoría de parejas viven juntas aunque tanto el hombre como la mujer, tienen sus deslices de vez en vez…por lo tanto, lo que le proponía Evaristo eran dos cosas; o que ella regresara con su esposo aunque fuera feo y no lo amara, y una vez estable y bien vista en sociedad, de vez en cuando viviera un desliz con alguien sin arriesgar su estabilidad matrimonial, o, que lo aceptara a él como amante, garantizándole que cuidaría mucho por el bien de ella y de él que este amorío fuera totalmente oculto, y claro está, él le cubriría todas sus necesidades abundantemente. La pobre Fortunata que no fue a la escuela y que tiene pocas posibilidades de sobresalir a la buena en esa sociedad egoísta, elitistas, deshumanizada, pensaba en lo que le había dicho Evaristo:

“¿Será verdad –pensaba –, como me ha dicho él, que de estas barbaridades increíbles está llena la vida humana? … ¡Qué cosas hay, pero qué cosas! …un mundo que se ve y otro que está debajo escondido… Y lo de dentro gobierna a lo de fuera…, pues …, claro…, no anda la muestra del reloj, sino la máquina que no se ve.”

Cualquiera podría pensar que Fortunata no es ninguna inocente, porque ella sabía que era la amante de Juan…y sí, ella lo sabía, solo que estaba perdidamente enamorada de Juan cuando este era soltero y lo seguía amando ahora que estaba casado, además, las circunstancias siempre la han tratado muy mal; creció huérfana, sin estudios, en un ambiente de plena pobreza, en una sociedad groseramente jerarquizada, de muy joven se enamoró, creyó, y luego fue olvidada y desamparada, por eso a pesar de que Juan no ha sido el mejor amor para ella; es su primer amor, su primer hombre, con quien había perdido y con quien quería renacer, rehacerse, mas, la realidad permanentemente le pone obstáculos, y por ahora Fortunata ha decidido compartir con un señor de 69 años su tiempo, su vida, su cuerpo, con tal de sobrevivir en lo que decide qué hacer con su vida…

Evaristo y Fortunata viven tranquilos, él no la cela, le dice que si en algún momento ella quiere dejarlo se lo diga con sinceridad y él lo respetará…ambos se van tomando cariño, más que como amantes, él la quiere como hija y ella como a un hombre bueno, y si bien al inicio disfrutó de la belleza de la joven, Evaristo sabe que no tiene para más, ¡si casi no puede con su cuerpo! menos podrá con la energía sexual de una mujer joven, imponente, pero sucede algo más, Evaristo empieza a sentirse enfermo y presiente la muerte muy cerca, esto causa en él preocupación por el futuro de una mujer desamparada en un mundo voraz. Si el problema se resolviera dejándole una gran fortuna, le dejaría toda su herencia, pero no, Evaristo sabe que la joven es inocente y si vuelve a encontrarse con Juan, volverá a caer en sus brazos, por eso le propondrá una solución a largo plazo, un plan que él quiere llevar a cabo antes que se lo lleve la muerte y con toda sinceridad le propone a Fortunata lo que a continuación les narraré.

Lo primero es que debe regresar con su esposo, Evaristo sabe que ella no lo ama, cosa que no debe importarle, porque el mundo actúa con practicidad y no con amor. Ella le responde que seguramente Maxi y su familia no querrán saber nada de ella, pues recién casados ella lo abandonó para irse de amante de Juan Santa Cruz. Evaristo le dice que él operará ese tema y que incluso ya lo lleva muy avanzado, al final, la joven acepta regresar con su esposo y Evaristo la envía de regreso a su hogar heredándole una buena cantidad de dinero para que sea bien recibida.

Fortunata y Maxi conviven nuevamente como esposos, ella intenta quererlo, él se siente feliz de tenerla de vuelta, empero, el gusto, la pasión, el deseo, el amor, no entra ni por la fuerza ni por la costumbre, ambos sobrellevan la relación, ella sintiéndose vacía, con poco animo e interés, y él siempre anda cansado, enfermizo y con miedo a perderla. Toda la historia de estos cinco personajes pilares; Juan Santa Cruz, Jacinta, Fortunata, Maximiliano, Evaristo, la va narrando Pérez Galdós acompañándola de otros protagonistas importantes como Guillermina, Mauricia, Severiana, de quienes también conocemos sus vidas, pero, al final, todos giran alrededor de Fortunata y Jacinta. En la parte final de esta tercera entrega, Fortunata vive sino feliz, por lo menos tranquila, sino satisfecha, por lo menos sin graves problemas, de pronto, sin buscarlo vuelve a encontrarse con Juan Santa Cruz, solo bastó que él le dijera: “Nena negrita” ven a mis brazos, y Fortunata inmediatamente fue. Así termina esta tercera parte de la historia, ¿cómo acabará todo?, nos vemos la próxima semana para conocer el final de toda la novela…

Esta tercera parte de la historia de “Fortunata y Jacinta” se terminó de escribir en la ciudad de Madrid, en diciembre de 1886. Esta tercera parte del artículo novelado se terminó de escribir en Xalapa, Veracruz, México el 14 de febrero de 2023…La historia continua.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

Twitter@MiguelNaranjo80

Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez.

otros columnistas