Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El primero en saltar de gusto al conocer el veredicto contra Genaro García Luna fue el presidente López Obrador. Pero el que saltó más alto y con más enjundia fue el líder de Morena, Mario Delgado, que acusó al PAN de narcopartido y de narcos a sus militantes. Aunque no tuvo que ir lejos por la respuesta.
Feliz de la vida, Mario subió a sus redes un video donde les dice delincuentes electorales y de los otros. “Nos robaron la presidencia; nos robaron la paz y la tranquilidad. Y todo para qué, para hacerse de miles de millones producto del narcotráfico.
“Le vamos a solicitar al INE que le quite el registro al PAN porque está comprobado que es una organización criminal más que política. Y una organización criminal no puede seguir aspirando a participar en política. ¡Nunca más gobiernos criminales, corruptos o asesinos!”, sentenció.
El lunes 27 de febrero se apersonó en el INE para solicitar “formalmente” el retiro del registro al blanquiazul y al hacerlo escupió para arriba.
Ese mismo día el PAN contraatacó y lo acusó de tener nexos con el narco. “Ante el @INEMexico, presentamos una denuncia para que se investigue el financiamiento del crimen organizado a las campañas de Morena y de @mario_delgado, así como por el desvío de recursos públicos para este instituto político y aspirantes”, escribió Marko Cortés en sus redes.
Y 48 horas después, el 1 de marzo, le dieron un llegue más fuerte con el trascendido de que la DEA y el FBI lo estarían investigando por narcotráfico y posibles nexos con el crimen organizado. El trascendido agrega que ambas dependencias cuentan con los elementos suficientes para procesarlo en la Corte de Nueva York, en el mismo lugar donde procesaron a García Luna.
Fake o no fake el trascendido debió cimbrar a Mario.
El ex senador Javier Lozano lo dio por bueno y no se anduvo por las ramas. En el programa de Carlos Alazraky donde también estuvo Beatriz Pagés, dijo que Mario Delgado está vinculado al clan de los Carmona que son tres hermanos que se dedicaban al huachicoleo en la época en que Ricardo Peralta (que también fue subsecretario de Gobernación con AMLO), era encargado de aduanas.
Lozano agregó que estos hermanos financiaron desde el 2105 a Morena y concretamente a Mario Delgado, pero fue más allá. Dijo que la investigación que realizan la DEA y el FBI abarca al gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal; al de Sonora, Alfonso Durazo y aunque no mencionó sus nombres, también metió en ese saco a los gobernadores de Sinaloa, Nayarit y Baja California Sur.
Aseguró que tanto el FBI como la DEA le echaron el ojo a Mario porque ha sido el de la ruta del dinero para las campañas políticas de Morena. Y que el propio Mario dispuso de ese dinero para ganar la presidencia de su partido.
Beatriz Pagés apuntó que como secretario de Finanzas en el gobierno de Marcelo Ebrard, Mario Delgado fue señalado de estar involucrado en el sobreprecio por 20 mil millones de pesos en la compra de 30 trenes para la Línea 12 del Metro.
En menos de seis minutos tanto el político como la periodista hicieron pomada al moreno que a pesar de lo extrovertido y amante que es de las candilejas, hasta el momento no ha asomado la cabeza.
Si el trascendido es verdadero Mario Delgado está perdido. Y si es falso debe andarse con cuidado porque quien lo soltó le sabe mucho y nada de lo que le sabe es bueno.
Hace apenas unos días, el 23 de febrero escribí: “Más temprano que tarde comenzarán a salir los nombres de diputados, senadores, gobernadores, secretarios de Estado, miembros de los gabinetes estatales, alcaldes y comisariados ejidales de Morena, enfangados hasta el cuello con el narco”.
Y lo que hizo Javier Lozano fue dar santo y seña de los primeros.
Hay quienes aseguran que el día que le rasquen a la Secretaría de Protección Ciudadana en tiempos de Alfonso Durazo, éste será para Andrés Manuel lo que García Luna es para Felipe Calderón. Y quizá no anden errados.
No sé por qué lector, pero tengo el presentimiento de que la cloaca que hasta hoy ha cubierto a los morenos que andan en malos pasos ya comenzó a destaparse. Y su torrente de porquería no sólo salpicará, sino que bañará hasta el tuétano al inquilino de Palacio Nacional.