«…Vivir es aprender para ignorar menos; es amar, para vincularnos a una mayor parte de la humanidad; es admirar, para compartir las excelencias de la naturaleza y de los hombres, es un esfuerzo por mejorarse, un incesante afàn de elevaciòn hacia ideales definidos…Muchos nacen: pocos viven…»Josè Ingenieros:» El hombre Mediocre» «El hombre mediocre es justo medio sin sospecharlo. Lo es por naturaleza, no por opinión; por carácter, no por accidente. En todo minuto de su vida, y en cualquier estado de ánimo, será siempre mediocre. Su rasgo característico, absolutamente inequívoco, es su deferencia por la opinión de los demás. No habla nunca, repite siempre. Juzga a los hombres como los oye juzgar. Reverencia a su más cruel adversario, si este se encumbra; desdeñará a su mejor amigo si nadie lo elogia. Su criterio carece de iniciativa.» José Ingenieros. Los hipócritas » pondrían una hoja de parra en la mano de la Venus Medicea, como otrora injuriaron telas y estatuas para velar las más divinas desnudeces de Grecia y del renacimiento. Confunden la castìsima armonìa de la belleza plástica con la intensión obscena que los salta al contemplarla. No advierten que la perversidad está siempre en ellos, nunca en la obra de arte. «El pudor de los hipócritas es la peluca de su calvicie moral». Ingenierosss… «La virtud quiere fe, entusiasmo, pasión, arrojo: de ellos vive. Los quiere en la intención y en las obras. No hay virtud cuando los actos desmienten las palabras. Ni cabe nobleza donde la intención se arrastra. Por eso la mediocridad moral es más nociva en los hombres conspicuos y en las clases privilegiadas. El sabio que traiciona su verdad, el filósofo que vive fuera de su moral y el noble que deshonra su cuna, descienden a la más ignominiosa de las villanías.» Ingenieros… «El hombre que afirma un ideal y se perfecciona hacia él, desprecia, con eso, la atmósfera inferior que le asfixia; es un sentimiento natural cimentado por una desigualdad efectiva y constante. Para los mediocres sería más grato que no les enrostrara esa humillante diferencia pero olvidan que ellos son sus enemigos constriñendo su tronco robusto como la hiedra a la encina para ahogarle en el número infinito.»
«Las existencias vegetativas no tienen biografía: en la historia de su sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas o en los espíritus. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años; sino el que ha sentido mejor un ideal; las canas denuncian la vejez, pero no dice cuanta juventud la precedió. La medida social del hombre está en la duración de sus obras: la inmortalidad es el privilegio de quienes las hacen sobrevivientes a los siglos, y por ellas se mide.» C´ést la vie.