A Rocío Nahle le está pasando lo que a la niña de la fábula de la lechera, que de tanto planear y soñar lo que haría en cuanto terminara su refinería y los barriles de gasolina que refinaría, la secretaría de Energía se está tropezando y sus sueños de ser candidata al gobierno de Veracruz podrían derramarse y esfumarse como la fallida inauguración de la costosísima «Dos Bocas» que le prometió al presidente López Obrador para el 1 de julio pasado.
El debilitamiento de la candidatura de Morena para Nahle se refleja en la enorme cantidad de aspirantes que están surgiendo en Morena para la gubernatura de Veracruz. Es como si, al percibir la debilidad de la secretaria, cuya imagen ha quedado en entredicho al no poder cumplir lo que le prometió al presidente, otros morenistas en Veracruz hayan decidido hacer públicas sus aspiraciones al grado que hoy se cuentan hasta 10 precandidatos o suspirantes para suceder al controvertido gobernador Cuitláhuac García en los comicios estatales de 2024.
Todavía hace unos meses todos en Morena y en la 4T daban por hecho que Rocío Nahle encabezaba las preferencias y que tendría todo el respaldo del presidente para convertirse en la candidata a Veracruz, pero en las últimas semanas esa percepción ha cambiado, a partir de los retrasos e incumplimientos que ha tenido el avance de la Refinería de Dos Bocas.
Incluso en Palacio Nacional hay quienes afirman que «Rocío le ha mentido flagrantemente al presidente al decirle que iba a refinar petróleo en este año en Dos Bocas, no sólo es técnicamente imposible, sino que la Refinería sigue sin terminarse y aumentando cada vez más su costo; la única forma de que lleve al presidente a inaugurarla este año, cosa que ya no cumplió el 1 de julio pasado, es engañándolo o haciendo un montaje para la fotografía», nos dijo un cercano colaborador de Palacio que ha participado en varias de las reuniones de seguimiento de la Refinería que se construye en Paraíso Tabasco a un sobrecosto de 250 mil millones de pesos, un 47% más de lo que Nahle le dijo que costaría al presidente.
Tal vez por ese desgaste que está teniendo la figura de la titular de Energía que ya ha reconocido en entrevistas su ambición por gobernar Veracruz, es que cada vez más morenistas levantan la mano en el estado. El primero fue el diputado Sergio Gutiérrez Luna, expresidente de la Mesa Directiva de San Lázaro, quien a contracorriente de la favorita Nahle y la animadversión del gobernador Cuitláhuac García, ha estado recorriendo el estado y haciendo presencia con espectaculares y presencia en medios.
Otro que se destapó fue el secretario de Gobierno, Erick Cisneros, a quien localmente apodan el «Bola Ocho» por su origen afrodescendiente. Cisneros empezó a realizar reuniones, a pintar bardas y a colocar espectaculares con su imagen por todo el estado, aún a contracorriente de su jefe el gobernador y al parecer también de Palacio Nacional. El pasado 10 de julio, durante su gira por Veracruz, el presidente respondió a una pregunta de los reporteros locales sobre las bardas y espectaculares que proliferan del secretario de Gobierno estatal. «Pues está mal, ¿qué tiene que hacer un secretario de Gobierno haciéndose publicidad? Si quiere ser candidato que renuncie a su cargo y eso que habría que ver si son los tiempos que dictan y deciden los partidos», dijo López Obrador en un claro reproche al funcionario estatal.
A la lista de aspirantes de Morena se suman el alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, quien también ha arreciado el posicionamiento de su imagen; el secretario de Educación estatal, Zenyazen Escobar; y el delegado de Programas federales en el estado, Víctor Manuel Huerta, quien ya ha sido incluso denunciado a nivel local por incurrir en actos anticipados de campaña y ha declarado que sí le interesa la candidatura porque tiene «30 años de caminar con Andrés Manuel».
A los muchos aspirantes de Morena se le suman los movimientos en el PAN, donde dos grupos se disputan la sucesión estatal, el de los hermanos Fernando y Miguel Yunes Márquez, hijos del exgobernador, y el que encabeza el senador Julen Rementería, que ha crecido con su trabajo como coordinador de la bancada panista en el Senado. Además, hay dos mujeres que también buscan la nominación blanquiazul una es la actual alcaldesa del Puerto de Veracruz, Patricia Lobeira, quien además es esposa precisamente de Miguel Ángel Yunes Linares; y la otra es la senadora Indira Rosales San Román.
Del lado del PRI, con todo y lo disminuido que está el partido, también hay movimientos por la gubernatura y José Yunes Zorrilla aparece como el priista mejor posicionado y ya recorre el estado promoviendo su propuesta; también está Héctor Yunes Landa, excandidato priista en 2016, además de Juan Manuel Diez Francos, actual alcalde de Orizaba, y la coordinadora de la fracción priista en el Congreso local, la diputada Anilú Ingram.
A todo se suma que Rocío Nahle aún tiene el prurito de su nacimiento en Zacatecas y el que tendrá que demostrar una «residencia efectiva» de cinco años en el territorio veracruzano. Porque el pasado 31 de enero la Suprema Corte de Justicia de la Nación, invalidó la constitucionalidad de la llamada «Ley Nahle», que aprobó la mayoría de Morena en el Congreso veracruzano para favorecer a la secretaria, con un artículo que permitía competir por cargos de elección popular en el estado de Veracruz a aquellos que, sin haber nacido en ese estado, tuvieran al menos una hija o un hijo nativos de la entidad.
En fin, que las cosas se le están complicando mucho a Rocío Nahle que ya se veía gobernando el estado del que son originarios su esposo y sus hijos. Tanto lo pregonó y lo anticipó la titular de Energía, sin pensar que la costosísima refinería que construye, y sobre la que hizo promesas poco serias y nada técnicas al presidente, está a punto de devorarse, con sus Dos (enormes) Bocas no sólo el enorme sobrecosto que ha tenido para el presupuesto federal, sino también sus aspiraciones políticas. Dice la moraleja de aquella fabula de la lechera que «nuestros sueños y planes no deben apartarnos de la realidad» y parece que doña Rocío si dejó la realidad por sus ambiciones personales.