El gobierno del general Ávila Camacho cursaba el tercer año de su periodo cuando el 19 de enero de 1943 se expidió la Ley del Seguro Social con el propósito medular de garantizar el derecho humano a la salud, en este caso a los trabajadores mexicanos, para concretar la idea se creó el Instituto Mexicano del Seguro Social con una modalidad tripartita con aportaciones de los trabajadores, los empresarios y del Estado Mexicano, de esa fecha a la actualidad han transcurrido 80 años de servicios médicos de calidad y con una infraestructura en la cual figuran hospitales de excelencia, como el Centro Médico Siglo XXI. Dentro del Sector Salud el IMSS destaca por su organización y estructura programática de avanzada, sin embargo, es inobjetable que enfrenta serios problemas para poder hacerle frente a una demanda acentuadamente mayor a sus capacidades. Se agrava con el pronunciado deterioro presupuestal que el Sector Salud ha venido padeciendo de 2019 a la fecha: de un presupuesto de 626, 181.48 MMDP, en 2021 se destinaron a este Sector de gobierno 692 mil 430 mdp; pero el presupuesto del IMSS en ese periodo pasó de 330 mil 282 mdp a 325 mil 507 mdp, una contracción presupuestal de 1.5%, la tendencia ha ido a la baja y tal circunstancia repercute en deficiencias en la atención al derecho habiente, no está en secreto la penuria en insumos, equipo y mantenimiento que sufre la institución y la proeza del personal para superar esas fallas en una institución señera en la seguridad social mexicana, que ahora está cumpliendo 80 años de ejemplar funcionamiento.
Junto con la Educación y la Seguridad Pública, la Salud es un expediente al que todo gobierno debe atender prioritariamente, cuando se falla en uno de ellos significa que el operador del Estado, el gobierno, no está cumpliendo cabalmente con su responsabilidad. De allí quizás la insistencia del presidente por reiterar su ofrecimiento de elevar los servicios de salud a los niveles de Dinamarca, aunque ya casi para concluir el quinto episodio de su mandato no existen constancias de que así vaya a ser. Aún más, de no corregir el rumbo, el gobierno correría el riesgo de entregar al sucesor un Sector Salud en peores condiciones de cómo lo recibió, porque ya no hay Seguro Popular, un programa de financiamiento de enfermedades catastróficas que cubría la atención a millones de mexicanos pertenecientes a la población económicamente más necesitada, porque el INSABI, una entelequia con la que se pretendía sustituirlo resultó un fiasco que sin pena ni gloria desapareció dejando en el desamparo a quienes se beneficiaban del Seguro Popular. Lo del desabasto de medicinas ya es proverbial, antes negado fue rotundamente aceptado con la aberrante propuesta de crear un almacén central “con todas las medicinas del mundo”. Lo peor radica en que quien realmente dirige ese Sector, el Subsecretario López Gatell no garantiza buenos dividendos, pues hasta ahora no ha acreditado la capacidad operativa necesaria para el reto de llevarnos a Dinamarca. López Gatell maneja una retórica contrastante con la realidad: durante la pandemia puso a México en cuarto lugar en defunciones, para dimensionarlo debemos aludir a que en ese macabro pódium el tercer lugar lo ocupó India, cuya población es poco más de diez veces mayor que la de México. Son clásicas sus fanfarronadas: imposible olvidar la resistencia de este funcionario al uso del cubrebocas: “sirve para lo que sirve y no sirve para lo que no sirve” (¿?); o bien su anecdótica aversión a las pruebas de Covid, y su resistencia a hacérsela al presidente, porque “no es una fuerza de contagio, sino una fuerza moral”, tan acertado, que el presidente López Obrador ha sufrido ya en dos ocasiones las molestias ocasionadas por el virus. Y en esas andamos, mientras el IMSS-Bienestar todavía no atina sobre cómo hacer para que el personal del Sector Salud acepte las nuevas condiciones de trabajo que se le proponen, estamos en riesgo de abordar el tren hacia Dinamarca.