No pude más que soltar la carcajada cuando escuché ayer a López Obrador: “No tengo ninguna intención de utilizar una situación tan lamentable con propósitos políticos, mucho menos con propósitos politiqueros”. Noooo, Presidente. ¿Cómo cree que vamos a pensar eso? ¿Usted utilizar algo con fines electorales? Ceeeeerooo…
Se refería AMLO al caso Colosio. Le dedicó ayer mucho tiempo en su conferencia mañanera. Y es que la Fiscalía General de la República (FGR), siempre tan solícita con Palacio Nacional, revivió, de pronto, este magnicidio ocurrido hace 30 años.
Ya lo había adelantado Raymundo Riva Palacio el 19 de septiembre del año pasado en su columna de El Financiero titulada “La sorpresa de octubre”. López Obrador, en contubernio con la FGR, estaba por resucitar el caso Colosio para pegarle a los gobiernos pasados del PRI y del PAN.
Alertaba nuestro colega: “Con base en los hallazgos de los fiscales del caso Colosio, lo que pretende la Fiscalía General es insostenible, pero no importa. Los jueces de consigna darán entrada a las imputaciones y López Obrador tendrá el ruido que quiere para uso político-electoral. Será un nuevo desaseo jurídico en el sexenio, que le será irrelevante al Presidente, sólo interesado en restarle votos a la oposición y reducir sus posibilidades en las urnas”.
Al día siguiente, en la mañanera, AMLO descalificó al columnista: “Es una falta de respeto a la gente […] una volada”. Raymundo, sin embargo, se sostuvo. Y tuvo razón, salvo en la fecha. No fue en octubre cuando AMLO revivió el caso Colosio, sino a finales de enero, en pleno periodo de intercampañas, en un momento donde la candidata presidencial opositora no tiene acceso a spots de radio y televisión.
Algo que, por su parte, también ya había advertido Jorge G. Castañeda en su blog de Nexos. Nuestro colega recordaba que, en febrero de hace seis años, el entonces presidente Peña, con la complicidad de la Procuraduría General de la República (PGR), y mucha exposición mediática, acusó al candidato panista Ricardo Anaya (quien venía creciendo en las encuestas) de corrupción, lavado de dinero y todo tipo de enjuagues con su familia política.
“¿Por qué en febrero? Por una sencilla razón, según Anaya: no podía responder más que en redes, ya que los medios le estaban cerrados, y no disponía de spots en la tele y la radio para defenderse. De nuevo, por una sencilla razón: la intercampaña. Para marzo, cuando Anaya volvió a la tele y al radio vía spots, ya era muy tarde. Se creó una distancia de casi veinte puntos, que se ensancharía hasta el día de las elecciones. El golpe de la nave industrial funcionó a la perfección”, dice Castañeda.
Huelga decir que la PGR, antes que terminara el sexenio de Peña, exoneró por completo a Anaya de cualquier delito. El típico “usted disculpe”.
Al parecer, en esta ocasión no le encontraron nada sospechoso a Xóchitl Gálvez que pudiera “investigar” la FGR. Quizá se lo hallarán, o inventarán, en unos días. Mientras tanto, han desempolvado del cajón el caso Colosio para desviar la atención mediática y pegarles no sólo a políticos priistas de aquella época (Salinas, Beltrones, Zedillo), sino al siempre odiado Calderón vía el mismísimo demonio: Genaro García Luna.
Porque ahora resulta, según la FGR y divulgado a los cuatros vientos por AMLO, que sí hubo un segundo tirador contra Colosio, quien era un agente del Cisen asignado a cubrir al candidato priista y que, a pesar de ser sospechoso, fue liberado “en aquellos momentos en un evidente encubrimiento” por un joven llamado “Genaro G.”, entonces subdirector operativo en el Cisen.
Todo cuadra. Los malditos priistas y panistas, gente que representa la encarnación del mal y que quieren regresar al poder.
El resurgimiento del caso Colosio se da un contexto en donde están apareciendo varias historias que involucran a los hijos del Presidente con presuntos casos de tráfico de influencias. También es lógico. Así sucede en épocas electorales. La ropa sucia del gobierno en turno comienza a exhibirse al público.
Sean verdad o mentiras estas historias, al Presidente le conviene cambiar la conversación. Para tal efecto, el genio comunicativo avienta una típica cortina de humo. Pretende crear un nuevo escándalo en torno a un caso tan viejo como investigado. Porque, como recordó ayer otro colega, Carlos Puig, “el informe publicado en el año 2000 por la Comisión Especial [del caso Colosio] dedica 76 páginas a Sánchez Ortega [el presunto segundo tirador]” y concluye que “no hay elementos para probar que estuviera involucrado”.
Pero no se preocupe, Presidente, que no estamos pensando que usted utiliza este asunto con fines politiqueros. Para naaadaaa…
ª
X: @leozuckermann