Martín Quitano Martínez
X: @mquim1962
En un sistema democrático nadie está en posesión de la verdad absoluta, el pluralismo político es absolutamente imprescindible y uno de los valores más importantes de la vida política es la confrontación de los programas y las ideas.
Adolfo Suarez
La larga jornada de décadas, de los esfuerzos nacionales por encontrar las rutas que rompieran los comportamientos de partido casi único y que como sociedad nos dotaran de instrumentos y reglas para una convivencia política alternativa, parece que ha encontrado un techo que nos enfrenta a la disyuntiva de una regresión. Algunos datos que muestran lo anterior son los de la encuesta de Pew Research Center realizada en 24 países, en los que México es puntero como país que apoya a la autocracia, pues entre 2017 y 2023 incrementamos del 27% al 50% el apoyo a tal opción, convirtiéndose en un problema serio para la construcción de valores e instituciones democráticas, pues podemos observar sus resultados.
El claro asedio y la ramplona descalificación de los logros e instituciones democráticas construidas, no va en el sentido de mejorarlas o perfeccionarlas, sino de debilitarlas o de plano destruirlas para restaurar procesos de centralización y discrecionalidad gubernamental que se pensaban superadas.
Resulta revelador que dos factores se presentan como determinantes para una mayor preferencia de la autocracia: bajos ingresos y menor educación. De los 24 países encuestados, en 11 con menos ingresos y en 15 con menos educación la gente apueste a la autocracia, favoreciendo la idea de un líder fuerte y con la menor supervisión, México entre ellos. De ahí que no es casual que quienes ahora plantean la regresión, se apoyen en el conocimiento de estos adversos factores y favorezcan su engrosamiento, dicho públicamente por ellos mismos.
“En el caso de México, 44% dice que un régimen militar es “algo bueno” 14% piensa que es “muy bueno”, 21% considera que es “algo malo” y 19% que es “muy malo”. La cercanía de nuestros referentes populistas encuentra oídos en las insatisfacciones que se establecen cuando los ciudadanos perciben el abandono e indiferencia de quienes dicen representarlos. El dato es demoledor, el 78% dice que no les importan a sus representantes y apenas un 28% piensan que si les importan.
La utilidad de los datos de la encuesta de Pew Research Center consiste en dar luz para trabajar con más detalle en las deficiencias o pendientes de la apuesta democrática que se asumió como algo que daría oportunidad a mejores condiciones de vida cotidiana en puntos que le son comunes a millones, porque es de entenderse que la continuidad de las arbitrariedades, de las injusticias, de la corrupción y las impunidades, ceden espacio al hartazgo que capitalizaron los que ofrecieron la “esperanza” y que arribaron al poder precisamente con los instrumentos democráticos que ahora pretenden destruir.
A tres meses de nuestros procesos electorales el debate es que tanto, efectivamente, los datos presentados por la encuesta en comento, puede revertirse con mensajes y propuestas que ayuden a presentar el gran y presente debate sobre democracia o autocracia. El debate necesario, real, profundo, que reconociendo los pendientes de la democracia, asuma frente a la innegable fuerza de los hartazgos, la capacidad de presentarse como la mejor alternativa para frenar la regresión que se nos pretende imponer con la continuidad.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
8 de marzo del 2024, la vida, la verdad, la libertad.