Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
El pasado fin de semana, desde el sur de Veracruz y sin venir a cuento, el presidente Andrés Manuel López Obrador deslizó la versión de que la gobernadora electa Rocío Nahle había sido víctima de una extorsión por parte de una televisora durante la campaña a la gubernatura.
Lo reiteró el lunes en su “homilía mañanera”: “ya no voy a mencionar la televisora, pero se lanzaron. Es que ayer estuve en Veracruz y me contó Rocío Nahle de cómo fueron a extorsionarla, creo que le pedían 200 millones de pesos porque supuestamente tenían información de Dos Bocas, tenían información de actos de corrupción, le dijeron”.
López Obrador refirió que le dijeron a Nahle que “había supuestas facturas en donde demostraban que había permitido la corrupción en la construcción de la refinería. Y la acusaban de tener propiedades, y que para detener todo eso le pedían 200 millones de pesos”. Y todavía el martes, se volvió a referir al tema.
Ese mismo día, la propia Rocío Nahle comenzó a aparecer dando entrevistas a distancia a medios afines, como la televisora pública Canal Catorce, donde repitió el mismo guion de la supuesta extorsión.
Este miércoles, la oriunda de Río Grande, Zacatecas –ahí nació, aunque ahora reniegue de su lugar de origen por conveniencia política- ofreció una nueva entrevista, exactamente bajo la misma temática, para la emisión de “Los Periodistas” del portal Sin Embargo, otro medio pro-4t, conducida por Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela. Lo que revela que desde el principio sacar el tema fue algo totalmente planeado.
En esta última “entrevista”, Rocío Nahle se movió a sus anchas y mencionó explícitamente a Televisa como esa televisora que la habría intentado extorsionar a través de un “alto funcionario” cercano a Bernardo Gómez, co-presidente ejecutivo del consorcio. “Es por ahí, no es él, pero es por ahí. Trabaja muy cerca con él”.
Además, la gobernadora electa –aunque en sus boletines ya la manejan como “gobernadora de Veracruz”, cuando ni siquiera se han desahogado todas las impugnaciones al desaseado proceso electoral pasado- admitió tener “pruebas” de la coacción, pues grabó al enviado de la televisora que la visitó en sus oficinas en Veracruz (¿se referirá a su mansión en El Dorado?). Para que sepan a lo que se atienen quienes se reúnen con ella.
“Cuando te van y te buscan (sic), tú no los estás grabando, pero yo tengo una oficina aquí en Veracruz y yo recibí en la oficina a esta persona, entonces sí tenemos evidencias”, reconoció Nahle.
La información que por lo visto causó la furia de la política al grado de salir a evidenciar a la televisora más poderosa del país, respaldada con todo el poder del Estado, fue un reportaje transmitido dos semanas antes de la elección en el noticiero estelar del 16 de mayo, en el que se expuso cómo el yerno de Nahle, Fernando Bilbao Arrieta, fue favorecido de manera irregular en negocios vinculados con la explotación de hidrocarburos y operación de gasolineras.
De acuerdo con el reportaje, Bilbao Arrieta -quien se casó después de las elecciones con Tania Peña Nahle- recibió millones de pesos a través de una red de empresas recién creadas y explicó que entre 2019 y 2023, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) otorgó permisos por 30 años a compañías que depositaron grandes sumas a una de las empresas de Bilbao.
El reportaje detalló que Bilbao Arrieta es socio en tres empresas constituidas entre 2017 y 2022. En 2018, reportó al SAT ingresos por apenas mil 300 pesos. Sin embargo, en seis años, sus empresas facturaron más de 100 millones de pesos. Una de éstas, Comercializadora Delta Deval, recibió depósitos de permisionarias de la CRE, como Finsa e Ingeniería en Construcción, por 12 millones de pesos entre 2023 y 2024.
En su momento, el reportaje causó un pequeño escándalo –porque en México la corrupción de los políticos no tiene mayor efecto entre la población. Le vale madre, pues-, aunque sí provocó una gran molestia en el primer círculo del poder, al grado que el presidente López Obrador le lanzó una advertencia al CEO de Televisa, Emilio Azcárraga.
“Nadie les está quitando la concesión y no se les va a quitar la concesión, ni se va a expropiar Televisa, somos libres, pero ellos tienen que autolimitarse, autorregularse, tiene que haber un código de ética y tienen que informar con profesionalismo, no calumniar”, lanzó el presidente al otro día, al tiempo que una desencajada Nahle pedía a los opositores tomar “amlodipino”.
La campaña mediática lanzada esta semana tiene varios propósitos: por un lado, “lavarle la cara” a Rocío Nahle acusando “campañas negras”, “calumnias” y “mentiras” en relación con las acusaciones presentadas en su contra durante la campaña, mismas que nunca refutaron más que con un “no es cierto”, mientras aquellas estaban soportadas en documentos, escrituras e imágenes de la lujosa vida de la entonces candidata y su familia. Quieren posicionar la idea de que no es corrupta nomás porque ellos dicen y no en función de pruebas.
Pero el principal objetivo es amedrentar a los medios. Que hayan arremetido contra Televisa es en sí mismo sintomático. Si exhiben a la poderosa televisora que llegó a poner a un presidente de la República, ¿qué no podría pasarle al resto de los medios, en especial a los concesionados, si no se alinean? Y más que con Nahle, con Claudia Sheinbaum. A ver si Televisa responde algo.
En el caso específico de Nahle, es también otra evidencia de cómo será su relación con los medios, en especial con los del estado que gobernará a partir de diciembre. Apenas terminó la “entrevista” a modo con “los periodistas” –así, con minúsculas- en la que acusó a la prensa local de “sumarse” a la supuesta “campaña negra”, su cibersicario de cabecera refriteó por tercera ocasión la “lista negra” de medios y periodistas locales a los cuales intentan intimidar.
Así pretende gobernar Rocío Nahle. Y se lo volvemos a decir: aquí los esperamos.
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