El nombramiento a favor de Cuitláhuac García en la dirección del Centro Nacional de Control de Gas Natural bordearía en lo anecdótico sino implicara a la reserva, almacenamiento y distribución de esa materia prima tan indispensable en la industria y el comercio de este país; no escapa a la observación pública que en la esfera del pragmatismo político ese nombramiento configura el pago de una cuota de campaña y/o incluye atender la presunta recomendación de ya sabemos quién. Esa lucubración procede de la inferencia lógica sobre porque designar en esa importante dependencia gubernamental a un individuo cuyo antecedente más inmediato es haber estado al frente del Poder Ejecutivo en el gobierno de la entidad veracruzana con resultados acentuadamente deplorables. Porque en esa deducción cabe suponer que no se ponderaron méritos fincados en la eficiencia y la mesura, o sustentados en resultados tangibles en la geografía veracruzana, totalmente inexistentes. No obstante esos antecedentes, la presidenta pone a Cuitláhuac García al frente de una responsabilidad de no menor importancia.
La dirección de CENEGAS se ubica en el organigrama de la Secretaría de Energía, de tal suerte que para anular cualquier riesgo a causa de la ineficiencia de su titular bastará con rodearlo de personal calificado en el conocimiento del tema y así mediatizado se le resolvería buena parte de su función, y acaso hasta lo agradecería. Cuitláhuac no gobernó Veracruz, no pudo, no supo y tampoco quiso asumir a cabalidad la gran oportunidad que una mayoría de electores le confirió en 2018 a través de MORENA, su partido. En los hechos, y aun históricamente Cuitláhuac no sirvió ni a Veracruz ni a los veracruzanos, fue en cambio una autoridad obediente para el cumplimiento de un proyecto en vías de consolidarse, en esa instancia sí cumplió con el rol asignado, para eso fue el escogido, y quien lo hizo sabía muy bien que cubre el perfil idóneo a cabalidad, 90 % de lealtad y el 10 % de capacidad, y encajó perfectamente en esa coyuntura en que las condiciones de vida de casi nueve millones de veracruzanos no parece haber estado en la balanza. Ahora el problema es de la presidenta Sheinbaum, porque la capacidad de almacenamiento de gas natural en México es de solo 2,4 días (AMLO ofreció elevarla a 5 días, no lo logró), es decir, si por alguna razón el abasto de gas importado se suspendiera por dos días habría un serio problema de desabasto en nuestro país. Con esa espada de Damocles encima, con Cuitláhuac García al frente de CENEGAS ¿quién en el gobierno federal o quienes dependen del suministro pudieran sentirse confiados? Respecto a Veracruz el daño ya está hecho, las dimensiones del mismo ya las habrá medido la gobernadora Rocío Nahle, que recibió pesado paquete semejante a Caja de Pandora.