Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
La gobernadora Rocío Nahle declaró ayer que creyó prudente salir a aclarar que su esposo José Luis Pepe Peña Peña la apoya en las tareas de gobierno en forma honoraria pero que no es funcionario de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesca (Sedarpa).
Lo hizo, dijo, porque “no sé quién sacó que él es asesor y que es nepotismo”. Expresó que “él todos los días habla con el subsecretario de Ganadería, andan juntos, van a ver los ranchos y se reúnen con ganaderos”. Que “esa es su única función”.
Precisó que no es asesor ni cobra un solo peso “y ni mucho menos tiene presupuesto a su disposición” (¿pero si tiene oficina en la Sedarpa?). Explicó que su esposo le reporta a diario los temas ganaderos de la entidad y que por eso está enterada de los avances que hay en los temas fitosanitarios, de abigeato y de regulación en las asociaciones ganaderas.
“Ha estado trabajando en ellos y ya se imaginarán, tengo el informe diario, todos los días me habla del hato ganadero y de todo el tema del campo, pero eso es bueno porque me estoy enterando todos los días”. Lo calificó solo como un “colaborador”.
Quiso equiparar la función que juega su esposo con el que jugaban las esposas de los gobernadores en forma honoraria como presidentas del DIF Estatal Veracruz. Debe ser muy difícil estar en el poder y no aguantarse las ganas de darle un cargo a un familiar directo, más a una pareja. José López Portillo gritó a los cuatro vientos que su hijo José Ramón era orgullo de su nepotismo cuando lo nombró subsecretario de Programación y Presupuesto. La carne es débil y la sangre llama.
Bien, que Rocío no oculte el papel de su esposo
Qué bien. Uno, que Rocío no trate de ocultar que su esposo desempeña funciones de funcionario, pero sin cargo ni pago alguno, y dos, que diga qué tareas realiza y con quién o con quiénes. Pero se atraviesan dos elementos que harán difícil que la opinión pública se dé por satisfecha con su aclaración.
Uno de esos elementos es de tipo cultural, por llamarle de alguna manera. El peso político que tiene su esposo por ser su esposo disminuirá o de plano relegará el papel lo mismo del titular de la Sedarpa, Rodrigo Calderón Salas, que del subsecretario de Ganadería, Carlos Manuel Jiménez Díaz.
Hay un dicho popular que interpreta bien lo que quiero decir y cómo piensa la gente en estos casos: todos quieren hablar “con el dueño del circo” y no “con los payasos”, dicho esto con el mayor respeto para las personas de Calderón Salas y Jiménez Díaz. O, usted, a quién buscaría para pedirle apoyo, al esposo de la gobernadora o a sus empleados, dicho otra vez con respeto para los funcionarios.
Quiérase que no, a Pepe Peña todos lo van a ver y a considerar, o ya lo ven y lo consideran, como un ministro sin cartera. En el campo, en los ranchos, en las exposiciones ganaderas, donde quiera que se presente, inevitablemente lo van a ver como quien es: el esposo de la gobernadora.
Tony Macías dejó una amarga experiencia
El otro elemento es el de la amarga experiencia que hemos vivido los veracruzanos con los familiares de los gobernadores. Mi compañera Lourdes López, Lulú reportera, recordó bien ayer el papel que jugó en el gobierno de Javier Duarte su suegro Antonio Tony Macías Yazegey, padre de Karime, su esposa o ahora su exesposa.
Rocío lo debe recordar bien, porque vivía en Coatzacoalcos, donde ella tiene su residencia. Tony Macías se convirtió en una extensión del gobierno y de su yerno Duarte en todo el sur del estado y la gente ya no viajaba a Xalapa a gestionar algo, sino que peregrinaba hacia el antiguo Puerto México a pedirle favores con el ofrecimiento de que no se iban a dar por “mal pagados”. Hizo muchísimos negocios y muchísimo dinero y cuando estalló el escándalo de su yerno, al final terminó huyendo hacia su natal Chiapas. Miguel Ángel Yunes Linares gobernador, a nombre del gobierno le expropió importantes y cuantiosas propiedades.
La burra no era arisca, pues, la hicieron los palos.
El caso de Acosta Lagunes
Caso especial fue el del gobernador Agustín Acosta Lagunes, de origen ranchero, aunque amante de la cultura, un economista de fuste, tan buen administrador de los recursos públicos que se dio el lujo de prestarle dinero a la Federación cuando el presidente López Portillo llevó al país a una gran crisis que terminó con la devaluación del peso: de 22.69 pesos por dólar a ¡70.00 pesos!
Don Agustín, como todos le decían, tenía un hermano, Rafael El Zopilote Acosta Lagunes, una verdadera fichita, quien se aprovechó de la posición de su hermano para hacer negocios y dinero. Pero don Agus lo conocía bien y desde un principio declaró, y lo dejó muy claro, que no tenía más familia que su esposa (Esperanza Azcón) y sus hijos (Agustín y Ernesto), aunque la señora nunca se entrometió en el trabajo de su esposo y los muchachos nunca vivieron en Veracruz.
Recuerdo muy bien –me tocó vivirlo desde dentro– que en épocas como la actual, de renovación de autoridades municipales, no obstante la advertencia de don Agustín, muchos aspirantes a alcaldes iban a ver a El Zopilote para que los recomendara y los ayudara a conseguir la candidatura. Rafael, cobraba por hacerlo, por supuesto. Y sus recomendaciones llegaban a la presidencia del PRI, no podía ser de otro modo.
Pero entonces, Ángel Leodegario Yayo Gutiérrez, el dirigente estatal, le informaba al gobernador, le enviaba la tarjeta que le había hecho llegar su hermano y le pedía instrucciones. Acosta Lagunes siempre le dijo que lo ignorara y que de ninguna manera fuera a palomear a nadie que él no le diera su visto bueno.
Su hermano era un verdadero cinicazo
El Zopilote era un cinicazo. Cuando llegó el momento del relevo de don Agustín, se me invitó a integrarme al equipo de prensa del candidato Fernando Gutiérrez Barrios. También le hicieron la invitación a mi compañero Manuel Rosete Chávez, quien recuerda muy bien lo que sucedió.
Cuando nos tocó visitar Paso de Ovejas, tierra de los Acosta Lagunes, don Fernando fue informado que lo esperaba El Zopilote porque quería comentarle “algunas cosas”. Desde que llegamos, Rafael intentó acercársele. No pudo hacerlo, pero ya cuando nos íbamos a retirar, don Fernando pidió que lo dejaran pasar. Como durante toda la visita se la había pasado gritando: “¡Qué viva Gutiérrez Barrios, será el mejor gobernador de Veracruz!”, “El hombre leyenda” le preguntó por qué estaba tan convencido. Entonces El Zopilote le respondió: “Porque usted no tiene hermanos”.
La nueva historia está por escribirse
Rocío Nahle no tiene hermanos ni hermanas, no físicamente en Veracruz (que se sepa, aunque ha aparecido ya en algunos actos con una hermana), pero tiene esposo. La nueva historia está por escribirse.
Se le pasó aclarar de una buena vez –al menos eso creo– que no solo ella, como ya lo ha declarado, sino que también su esposo, no se van a meter en el proceso electoral, y hubiera descalificado de antemano a quien presuma que por su parentesco con ellos va a lograr una candidatura, como atribuyen que lo hace el aspirante de Morena por Emiliano Zapata, Víctor Peña, presunto sobrino de Pepe Peña y quien, por lo mismo, se dice sobrino de ella.