Hace 112 años, el 23 de febrero la prensa de la CDMX dio a conocer la muerte del presidente Francisco Madero y del Vicepresidente José María Pino Suárez, la noticia estremeció a la clase política de este país, entristeció a quienes habían luchado al lado de Madero para derrocar a Porfirio Díaz (no a todos porque entre estos estaban los decepcionados porque consideraban que el presidente no estaba cumpliendo con los derroteros del movimiento revolucionario), la noticia corrió por los cables de información hacia Europa y otras naciones del mundo haciendo hincapié en la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos de México a través de su embajador Henry Lane Wilson. Ese movimiento golpista inició el 9 de febrero con el levantamiento de los mandos del Cuartel de Tacubaya y de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan. La mano que mecía esa abrupta ruptura del orden obedecía a intereses ajenos al Movimiento maderista, lo alimentaba en mucho la inconformidad de quienes no veían en el gobierno de Madero la voluntad de realizar un genuino cambio social, pero sí una actitud bastante pasiva, “tibia”, del presidente Madero por su actitud conciliadora con representantes de la dictadura recientemente derrocada. Ya en retrospectiva tenemos información cierta y fundada acerca de la fuerte injerencia del embajador de los Estados Unidos, quien en franca complicidad con los alzados confeccionaron el denominado Pacto de la Embajada. Un cabecilla traidor, Victoriano Huerta y un político extranjero tejieron los hilos de ese episodio conocido como la Decena Trágica porque su desenlace culminó con el magnicidio del presidente de la república y del vicepresidente, que desató de nuevo una guerra civil.
Apenas conocida la gran traición, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se levantó en armas el día 26 de febrero en contra del usurpador. A grandes rasgos la reacción contra Huerta triunfó y llevó a Venustiano Carranza a dirigir los destinos de un país convulsionado, su base de apoyo fue muy heterogénea y hasta encontrada: Villa, Zapata, Obregón, etc., pero el Varón de Cuatro Ciénegas logró tranquilizar el medio político y convocó al Congreso Constituyente que dio origen a la Constitución que ahora nos rige. Poco reconocida ha sido la intervención de Venustiano Carranza en esos tiempos de intereses y ambiciones políticas de mucho acento personalista y de grupos buscando el poder para beneficio propio. Pero Carranza fue el centro estabilizador de la clase política y militar de este país, aunque, hombre al fin, tampoco escapó a la fruición por el poder. En sucesión, después de Madero fueron asesinados Zapata, Carranza, Villa y Obregón, su sangre fertilizó el suelo mexicano. Poco más de cien años después México es otro, aunque no muy diferente en cuanto a las ambiciones políticas, no podría ser de otra cuando interviene la condición humana.