Tras apenas unos días de haberse conmemorado el día de la mujer el 8 de marzo y haberse aprobado reformas constitucionales referentes a la soberanía nacional, el colectivo de guerreras buscadoras de Jalisco hicieron lo que es el descubrimiento más aterrador e indignante de los últimos años.
Nombrado por muchos como el Auschwitz mexicano, un rancho de exterminio y reclutamiento forzado que muestra el fracaso del Estado.
Las imágenes que se volvieron rápidamente de dominio nacional e internacional, por sus grandes similitudes con los campos de exterminio nazis de la segunda guerra mundial.
Teuchitlán, Jalisco el epicentro de los hechos.
Según declaraciones de activistas del colectivo y de sobrevivientes al rancho izaguirre, se estima que ahí fallecieron hasta 1500 personas. Lo que nos recuerda el gran abandono institucional del gobierno de López obrador ante la creciente ola de desapariciones en el país, tan sólo del total del saldo histórico de desaparecidos, prácticamente la mitad fue en el sexenio obradorista.
México se convirtió en una fosa clandestina, donde son las madres y sus familias las que encuentran las pruebas rascando con sus propias manos la tierra.
Las autoridades se hacen a un lado, se echan la bolita eludiendo las responsabilidades que también buscaron cuando salieron en campaña a pedir el voto.
“Ahora acusan de golpeteo político, cuando lo que los golpea es la realidad”
La cruda realidad que ha puesto de luto a toda la nación.
La víctima no es el gobierno ni el partido que detenta el poder. Las víctimas son quienes no pueden costear camiones, acarreo y llenar el Zócalo.
De nada sirven reformas para proteger la soberanía de incursiones extranjeras, si dentro del territorio no se protege a los ciudadanos.