Según la agencia de noticias estadounidense CNN, “El asesor de seguridad nacional de Trump añadió a un periodista a un chat con planes secretos de ataque militar a Yemen e información altamente sensible”.
El periodista Jeffrey Goldberg, director de la revista The Atlantic, pensó que había recibido un mensaje falso destinado a engañarlo, cuando un número de teléfono que se identificaba como Michael Waltz le agregó a un grupo de la red Signal (encriptada) con el nombre “reducido grupo sobre los (rebeldes) Hutíes”. Goldberg es un especialista en seguridad nacional y ha tenido muchos debates con la Administración de Donald Trump. Por su parte, el señor Waltz es el consejero de Seguridad Nacional, que sin querer añadió al periodista a un chat de muy altos cargos que manejaba información altamente clasificada sobre los planes para atacar al grupo de independentistas de Yemen. De acuerdo con el diario español EL PAÍS, algunos de los participantes de ese chat se mostraron críticos contra los “aliados” europeos.
Entre los miembros del grupo que abordaron en la red social los planes para bombardear a esas milicias islamistas se encuentran, según lo que vio Goldberg, el vicepresidente J. D. Vance; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; la directora de los servicios de inteligencia, Tulsi Gabbard; el secretario de Estado, Marco Rubio, el jefe de Gabinete adjunto de la Casa Blanca, Stephen Miller, y el director de la CIA, John Ratcliffe. En total, 18 personas.
El intercambio de mensajes filtrado accidentalmente arroja luz sobre cómo piensa el equipo de seguridad nacional de la Administración Trump, incluido el desdén de parte de sus integrantes —incluidos Vance y Hegseth— hacia los socios europeos. Pero también deja claro los enormes riesgos de tratar cuestiones del más alto secreto militar en un mero chat de internet, aunque sea encriptado. Y se ha convertido en el asunto del que todo Washington no puede dejar de hablar: cómo se pudo ser tan descuidado como para pensar que es adecuado abordar estos asuntos en una red social comercial, en lugar de los canales gubernamentales habilitados para tratar información de alto secreto. Y, para echar sal sobre la herida, añadiendo a ese chat a un periodista. El Consejo de Seguridad Nacional evalúa ahora cómo fue posible incorporar el número de Goldberg a la cadena.
El primer mensaje dejó a Goldberg atónito. La persona que se identificaba como Waltz explicaba: “Equipo, estoy estableciendo un grupo de principales (los responsables al frente de las distintas entidades de gobierno) para coordinarnos sobre los hutíes, especialmente para las próximas 72 horas. Mi segundo Alex Wong está montando un equipo rápido… Tras la reunión en la Sala de Crisis esta mañana para actividades, lo enviaré esta tarde”. Y pedía los nombres de personas que deberían estar en ese grupo. “Para coordinarnos en el próximo par de días y el fin de semana. Gracias”, decía. Era el jueves 13.
El periodista no salía de su asombro, según cuenta en un artículo en su revista. Tras el mensaje de Waltz llegaron otros de Vance, de Gabbard, de Hegseth… “Huelga decir que nunca me habían invitado a una sesión de un comité de principales de la Casa Blanca, y que en mis muchos años de reportero especializado en Seguridad Nacional tampoco había oído nunca que se convocara ninguno por redes sociales”.
No era una broma. Tampoco un intento de estafa informática o de divulgación de noticias falsas. Al día siguiente, explica Goldberg, las cosas se volvieron “aún más raras”. El periodista, que incluye en su artículo capturas de pantalla, cuenta que Waltz inició la conversación sugiriendo redactar listas de aliados a los que informar.
El usuario que aparecía en el chat identificado como J. D. Vance consideró que el ataque era “un error” y que la opinión pública no entendería el bombardeo, antes de pedir que se retrasase un mes. También alegaba que Europa se beneficiaría gratuitamente de la protección estadounidense de las rutas marítimas comerciales del mar Rojo. “No estoy seguro de que el presidente sepa hasta qué punto esto es inconsistente con su mensaje sobre Europa ahora mismo. Hay un riesgo añadido de que veamos una subida de moderada a alta de los precios del petróleo”.
Hegseth, el secretario de Defensa, abogó por lanzar al público el mensaje: “1) Biden fracasó. 2) Irán pagó”. Y sobre atacar a los hutíes, sugirió: “Veo dos cosas, 1) Restablecer el derecho de navegación, un interés nacional fundamental, y 2) restablecer el poder de disuasión, que Biden destrozó. Pero podemos pausarlo con facilidad, Y si lo hacemos, haré lo que podamos por garantizar la seguridad de la operación”.
Waltz, por su parte, respondió a las preocupaciones de Vance: “a petición del presidente trabajamos con Defensa y el Departamento de Estado para determinar cómo recabar el coste asociado y repercutírselo a los europeos”.
Más tarde, Vance acabaría dando su visto bueno al bombardeo, aunque con poco entusiasmo: “si piensas que tenemos que hacerlo, vamos a ello. Es solo que odio rescatar otra vez a Europa”. Y Hegseth le replicaba: “Vicepresidente: comparto totalmente su desprecio por cómo se aprovechan los europeos. Es PATÉTICO. Pero… somos los únicos que podemos hacerlo”.
Otra persona, SM —probablemente el jefe adjunto de Gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller—, puntualiza que las instrucciones de Trump son que tras el ataque se deje claro a Egipto y a Europa que tendrán que dar algo a cambio de la operación para proteger el mar Rojo. “Tenemos que pensar cómo vamos a hacer cumplir ese requisito. Esto es, si Europa no remunera, ¿qué? Si Estados Unidos restablece la libertad de navegación a un gran coste, tiene que haber una ganancia económica a cambio extraída en algún momento”.
Estados Unidos lanzó el 15 de marzo, un día después, un ataque contra el grupo yemení para defender la libertad de navegación en el mar Rojo, como respuesta a los ataques de los hutíes contra los barcos comerciales que atraviesan ese canal en represalia por la guerra en Gaza. Al menos 53 personas murieron en esos bombardeos. Horas antes, Hegseth enviaba al grupo algunos detalles operativos, “incluida información sobre objetivos, armas que Estados Unidos iba a desplegar y secuencias de ataque”, recuerda el periodista.
Tras concluir que el chat en el que estaba metido “probablemente era auténtico”, decidió salir de él. “Nadie en el chat pareció notar que yo estaba ahí. Y nadie me preguntó después por qué me había salido. O —algo que venía todavía más a cuento— quién era yo”, escribe.
El Consejo de Seguridad Nacional ha indicado a The Atlantic que la cadena de mensajes “parece auténtica” y estudia cómo fue posible que se añadiera a un periodista al grupo. Pero sostiene que la conversación “demuestra la profunda y sopesada coordinación entre los altos cargos”.
Preguntado sobre la filtración durante un acto en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump aseguró desconocer el incidente. “Es la primera vez que lo oigo”, declaraba a los periodistas desde el Despacho Oval.
Con Información del Diario «El País» y CNN