El ejército no se fue a los cuarteles, ahora tienen más de 200 funciones que la ley no les asigna, y miles de millones para gastar en secreto; el espionaje sigue («el presidente lo sabe todo»); los homicidios crecieron al doble, las desapariciones más (aunque quieran esconderlo); la corrupción es monstruosa; la deuda que no habría, siempre sí se duplico, y es ya impagable; la República en vías de extinción; autócratas que acabaron con los organismos defensores de los ciudadanos; derroche brutal e irrecuperable de los recursos públicos; caprichos absurdos y costosas decisiones mesiánicas (dos bocas, tren maya, aifa); el fraude electoral y las elecciones a modo regresaron por sus fueros, pero recargadas; el ex sigue mandando y pretende imponer a su hijo como sucesor; nuestra presencia internacional, entre la indignidad, la vergüenza, el desprecio y la ineficacia; 54% de los mexicanos en pobreza; el sistema de salud en absoluto colapso (algo está podrido en Dinamarca); gobiernos locales y ayuntamientos sin dinero ni para salarios, pero dedicados con convicción y enjundia al saqueo de los residuos, los despojos (¿se dice «zopilotear»?) y a encubrirse entre sí, aunque no les falte cinismo; destrucción del poder judicial y la división de poderes; la economía en franca recesión; a cambio de todo eso, más demagogia, más ocurrencias.
¿Es eso el futuro que México merece?; cuando el fanatismo convierte en ciegas a las víctimas del sacrificio, no queda mucho por hacer… ¡Tomen su chocolatote…. del Bienestar! (Aunque tenga sellos)