Como que está llegando el momento en que hay que tomar decisiones que deberán marcar el rumbo de México. Y no me refiero a los partidos políticos y su “bendita democracia” -sólo hay que ver cómo estábamos hace unas décadas; y cómo nos tienen ahorita; como para que no se requieran más explicaciones de que lo han hecho tan mal. Todos. Ninguno se escapa. Son patéticamente lo mismo y ¡los mismos! solo que se cambian de camiseta…
No hace falta hacer ninguna encuesta, la pregunta es al fuero interno de cada cual. ¿Qué es preferible, que entren los gringos y combatan a los narcotraficantes, toda vez que el Estado no ha podido hacerlo y así se acabe con las drogas? O seguir cómo estamos. Hasta el tope de inseguridad y en manos de criminales…
Si alguno de mis tres amables lectores piensa, cree o supone que será mejor que entren los marines. Me permito informarles que con la llegada de ellos nada va a cambiar. Y no es porque los capos vayan a corromper fiscales y sheriffs; no -que ya lo hacen, han sobornado hasta papas y cardenales- la delincuencia seguirá igual o peor; porque los marines vendrían por los cárteles. De hecho, ya están aquí, para que le hacemos al desarrapado- y no vienen contra todos, lo que favorecerá a algunos otros que tomarán la estafeta. Cosas de la vida…
Y hoy les voy a comentar que, como sociedad, hemos vivido engañados. Mil veces lo he dicho. Una cosa son los cárteles de la droga y otra, la delincuencia organizada y drogada. Los capos son buena onda, por eso les hacen homenajes -sin acarreados- la gente que los rodea los quiere. Ayudan a toda la comunidad…
Eso de que van y extorsionan a los agricultores con un tanto de la cosecha, es falso. Los capos les dan dinero para sus siembras. Me consta. Así conocí a uno del que puedo decir que fuimos amigos. Lo frecuenté varias veces en su casa, atendiendo sus invitaciones. Y en no pocas ocasiones estuvimos solos platicando largos ratos…
En nada van a parar los crímenes, los secuestros, las desapariciones, en no pocas veces, para las familias, peores que los asesinatos -que por cierto, ya llegaron las desapariciones a la ONU, donde ya nos califican como narco estado- el asunto del centro de extermino -que tan enfáticamente niegan- pero pensar que ahí llevaban a los jóvenes a fuerza y a los que no querían unirse, los asesinaban, es punto menos que ridículo, los jóvenes hacen fila para ser contratados por los capos. Son hasta sus ídolos. Solo hay que escuchar sus corridos para saber lo que piensan de ellos…
Porque no son los capos los que cobran piso, asaltan en carreteras, secuestran, roban o extorsionan ¡por favor! Que no los engañen. Se ganan más con un kilo de cocaína, que robando los tráilers, cobrando piso o secuestrando. Y además, no tienen que ir a buscar a los clientes, de hecho, los clientes los buscan a ellos. Por lo que estar de acuerdo con que los marines intervengan, sí. Pero que vengan por la delincuencia organizada, no por los cárteles…
Porque si quieren de verdad acabar con los cárteles, legalicen las drogas; así como legalizaron la marihuana. Y ya no le hagan al cuento. La adicción a las drogas es un problema de salud, que hay que atender como tal; no un delito que debe de perseguirse.
Ya de salida…
Pareciera mentira, que en pleno Siglo XXI, todavía haya gente que mata a otro, porque creen en cosas diferentes. Lo que sucede hoy en Siria, después del anunciado, pero repentino derrocamiento de Bashar El-Asad. Sus seguidores alauitas, una minoría chiíta, están siendo masacrados por los suníes; que comparten al mismo Alá y al mismo Mahoma. Pero la lana es la lana.
“Si Dios existe, no es el autor de todas las cosas; y menos de la mayoría de las que le suceden al hombre”. Platón (427 – 347)
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.