En un gesto de acentuada bonhomía el presidente López Obrador ofreció asilo a Julián Assange después que la justicia británica denegara su extradición a los Estados Unidos en donde se le sigue juicio por traición a la patria; de inmediato el presidente mexicano dijo “celebro que Inglaterra le haya dado protección al señor Assange, que no se haya autorizado la extradición a Estados Unidos, creo que es un triunfo de la justicia, celebro que Inglaterra actúe de esa forma”. Independientemente de cómo hayan tomado en los Estados Unidos ese gesto soberano de nuestro presidente, surge ahora la interrogante sobre si hará alguna expresión similar en el caso de la detención en Rusia de Navalny, opositor al presidente Putin, a su regreso a ese país después de convalecer de envenenamiento supuestamente inducido por servidores del régimen ruso. El pretexto para detenerlo se fundamenta en que durante la recuperación de su salud no se presentó ante el comisariado dos veces por semana por tener causa penal en contra. ¿Le ofreceremos asilo político en México?