Agencias/Sociedad 3.0
Francia inició una nueva fase de restricciones, con la ampliación del toque de queda en todo el país, para intentar evitar el agravamiento de la pandemia que se está produciendo en buena parte de Europa.
Desde las seis de la tarde, dos horas antes que hasta ahora, los franceses deberán estar en casa salvo que justifiquen motivos laborales, sanitarios o de cuidado de una persona dependiente, entre otros.
Una medida que ya estaba en vigor en 25 del centenar de departamentos del país, y que, tal y como el Gobierno anunció el jueves, ha permitido ralentizar la circulación del coronavirus en esos territorios.
Su entrada en vigor a nivel nacional, que coincidió con la primera nevada en la capital, ha sido recibida con una mezcla de confianza y resignación entre los ciudadanos.
“El resto de la semana trabajo por las tardes y mi vida no va a cambiar porque tengo una autorización, pero el fin de semana es frustrante tener que correr para volver a casa si estás con amigos”, dijo la profesora de francés para extranjeros Anna Lévy.
Con una media diaria de unos 20 mil contagios, y en un momento en que se rozan los 70 mil muertos en total, el Ejecutivo considera que la situación no justifica un tercer confinamiento, tras los que se aplicaron de marzo a mayo y de entre finales de octubre y mediados de diciembre.
“Espero que sirva. Vamos a cumplir esta nueva regla confiando en que permita ralentizar la epidemia”, añade Pascale Poussin, periodista para la que su prioridad es que su hija, de 14 años, pueda seguir yendo al instituto.
En las colas en los comercios había tanto madrugadores habituales como gente que ha cambiado sus costumbres para adaptarse a una jornada reducida, que se aplicará durante al menos los próximos 15 días.
Para el gerente del Café des Deux Moulins, Eric Coursieres, estas dos horas de menos suponen “una nueva mala noticia” para un sector especialmente afectado por la crisis.
“El 80 por ciento de la venta para llevar lo hacíamos entre las 18 y las 20. Es una pérdida de lo poco que ganábamos”, lamentó el responsable de ese establecimiento popularizado por la película ‘Amélie‘ y privado además de los turistas, su clientela habitual.
La entrada a Francia desde fuera de la Unión Europea (UE) es otro de los puntos en los que las autoridades han enfocado su combate sanitario: desde este lunes, todos los viajeros procedentes de esos países deberán presentar una PCR negativa y comprometerse a respetar siete días de cuarentena al llegar.
Toda la energía del gobierno está movilizada “en la lucha contra la crisis sanitaria, prioridad de entre las prioridades”, dijo el primer ministro, Jean Castex, en un momento en que se mantienen las críticas por la estrategia de vacunación y por la lentitud de su puesta en marcha.
“Hay opiniones diversas y eso es algo legítimo. La cuestión no es saber si lo que hacemos es popular o no. Debemos guiarnos más que nunca por el interés general“, añadió el jefe del Ejecutivo durante un desplazamiento oficial al departamento central de Allier.
La campaña de vacunación comenzó en Francia el pasado 26 de diciembre y desde entonces 388 mil 370 personas ya han recibido su primera dosis.
“Cruzo los dedos para que funcione, porque no sé cuánto aguantaremos”, señaló el gerente del Café des Deux Moulins, cuyo local no se ha visto beneficiado por las ayudas económicas estatales.
El Gobierno indicó este jueves que el costo total de las nuevas medidas de solidaridad y exoneraciones fiscales activadas por el Gobierno será de 4 mil millones de euros al mes, una cifra que no incluye las ayudas al paro parcial.