Estructurar una alianza partidista con genética social y política tan distinta no es tarea fácil para las partes porque cada una alberga grupos e intereses propios, aunque paradójicamente persiguen fines similares, según el caso, conservar, adquirir, ampliar cotos de poder. Esa experiencia la están viviendo las dirigencias del PAN, del PRI y del PRD en el ámbito nacional y, por supuesto, sus respectivas dirigencias estatales, como en Veracruz. ¿Cuál es el criterio convenido entre las partes para designar candidato a gobernador, diputados o alcaldes? ¿en qué entidad, distrito o municipio un partido lleva la primicia? ¿el parámetro base a considerar será el resultado de la última elección o la tradicional fuerza política en el lugar? Con esas variables ¿a cuál partido correspondería la candidatura a alcalde o diputados en Xalapa, por ejemplo? He allí el dilema, porque si no hay acuerdos o el escogido no garantiza votos, cada uno o dos de tres irán en solitario. Y es en ese escenario dónde el lobo los atrapa.