Tal dice una canción muy en boga durante la primera mitad del siglo XX mexicano; es muy apropiado esa estrofa de la canción para aplicarse al juicio político contra Trump después que el senado de su país votó 56-44 por la constitucionalidad del mismo, es decir senadores del partido republicano, otrora sus aliados, ahora ya sin poder le dan la espalda. Durante su estancia en la Casa Blanca Trump libró varios juicios en su contra, pero era el presidente de los Estados Unidos. Acusado de incitación a la insurrección el 6 de enero aún no es segura la condena, fuertes resistencias al interior del Partido Republicano pudieran complicar un desenlace contra Trump y éste resultar absuelto. Como sea, Trump estará comprobando la gran diferencia existente entre tener el “pinche poder” en sus manos (dijera la inefable voz de la Cuenca) a ser un perseguido político. Pero, igual que él cuando disfrutaba del poder nadie pone sus barbas a remojar.