Sería iluso esperar una política ajena a indecorosas actitudes, tal no ocurre ni en el más perfecto de los sistemas políticos en razón de quien en ella interviene: el hombre, esto es, las pasiones humanas dominan gran porción de ese espectro. En ese orden no debe extrañar que en Veracruz, como en otras entidades, la política se ha venido degradando de manera acentuada, particularmente en cuanto a la invasión indiscriminada de familiares de quienes ostentan poder. Lo podemos observar claramente en este proceso electoral en el ramo municipal donde los cargos edilicios han adquirido la condición de intercambiables: el padre hereda al hijo, el hermano al consanguíneo, el esposo a su cónyuge, el hijo al padre o la madre, todo queda en familia. Todo porque el poco escrúpulo que quedaba a la actividad política se ha venido perdiendo, gracias a una ciudadanía no enterada y poco participativa.