La posición ideologizada del gobierno de México en materia de generación, distribución y comercialización de energía eléctrica y petrolífera deja de lado el que México no está aislado en el concierto de las naciones, que la economía está globalizada y existe una estrecha interdependencia económica. Por esas condiciones objetivas existe una contradicción inmanente con los propósitos del gobierno de la CuartaT, que acude a un discurso encapsulado en el tiempo, propio los años 70 del siglo pasado. “Expropiación”, “nacionalista”, “pueblo”, fueron conceptos que circularon como moneda corriente en aquellos tiempos en discursos de los “gobiernos emanados de la Revolución Mexicana”; entonces se oían bien, como en sus respectivos tiempos el charlestón, el mambo, el danzón, el twist, la cumbia, etc., en un México que transitaba del ruralismo a la gran ciudad; cuando el “petróleo era nuestro” y México era Cuautitlán. Pero aquello ya está en la romántica remembranza, porque ahora los avances de la ciencia, la técnica y la tecnología nos globalizan a forziori, y las circunstancias sociopolíticas y económicas obligan a adaptarse a su ritmo. De otra manera nos rezagamos y quedaremos como el chinito, nomás milando.