Por Edgar Hernández*
¡Ultraje ciudadano dispuesto por la Fiscal Verónica Hernández!
La vida de July Raquel Flores Garfias jamás volverá a ser igual.
Multiviolada por agentes ministeriales, quemada en sus genitales y torturada y asfixiada hasta el borde de la muerte, July -hoy tras las rejas- solo tiene en la memoria que está viviendo la peor de sus pesadillas.
A 6 de la tarde de aquel infausto 6 de noviembre del año pasado salió a dejar un pedido de birria para unos clientes que se la solicitaron por teléfono, a través de una videollamada, como gancho para retenerla y ponerla a disposición en la “Fiscalía Antisecuestros de la ciudad de México”, de donde sería llevada a Xalapa para recluirla en Pacho Viejo.
Su familia no supo más de ella.
A July lo que siempre le gustó fue la jardinería, también la comida y de cuando en vez llevaba un dinerito extra a su casa ruleteando con UBER en un auto Honda blanco, de un tal Everardo Rodríguez Gordillo.
Madre soltera, sus papás ayudantes de una guardería y “la July”, como le dice su hermano, nunca se deprimía porque era pobre. Le gustaba cantar. Le gustaba vender flores y “siempre fue muy buena para el sazón”.
En las navidades le iba bien con los pedidos y vendían arreglos y compraban juguetes para Reyes y siempre soñó con un día conocer Veracruz.
Y si, a July se le cumplió su sueño un mal día de noviembre del año pasado.
En horas de la noche de aquel inolvidable 6 de noviembre del año anterior, once policías ministeriales veracruzanos, entre ellos una mujer, la detuvieron sin leerle sus derechos y a punta de golpes la subieron a un auto para trasladarla a Xalapa y presentarla ante el juez Marco Antonio Rodríguez Lobato, un burócrata cansado, en el hartazgo, que sin empacho dispuso como medida cautelar la prisión preventiva de July.
“¿Pero, de qué me acusan?”, gritó July al momento de la violenta aprehensión.
El 29 de junio del 2020 en horas de la mañana, a las 9, un brutal crimen sacudió a la opinión pública veracruzana. María Guadalupe Martínez Aguilar, rectora de la “Universidad Valladolid”, había sido asesinada. Dos sujetos la interceptaron cuando ingresaba a la casa de estudios de su propiedad. La rectora recibió un tiro en la cabeza y otro en el tórax mismos que le provocaron una muerte casi instantánea.
La víctima era hija de Agustín Martínez Rivera, quien fue propietario de la Arena Xalapa y del tiradero de basura de Briones, conocido como “El Atorón”. Guadalupe pertenecía a una familia acaudalada, y era madre de dos adolescentes.
María Guadalupe había tenido serias diferencias de carácter financiero con su hermana que las llevó incluso a escenificar peleas callejeras ya que ambas eran expertas en artes marciales.
“¿De que se me acusa?”, insistió July al momento de la detención sin mediar orden alguna.
Ocho horas duró el viaje de la Ciudad de México a Xalapa donde la llevaron esposada y escoltada por cuatro ministeriales hombres cuando el protocolo indica que cuando la detenida es mujer debe ser acompañada por mujeres policías.
El punto es que todo el camino fue agredida particularmente por uno de ellos a quien le decían el comandante quien le insistía:
“¡No te hagas pendeja y confiesa! Tu mataste a Guadalupe ¿verdad? A lo que seguían los golpes en la cara y jalones de cabello, torceduras de mano y golpes en las costillas.
El tramo a Xalapa se prolongó debido a que pararon en repetidas ocasiones ora para torturarla y sacarle una confesión por escrito, ora para contestar llamadas de la Fiscalía que insistía en conocer la identidad de July y si ya se había declarado confesa.
Producto de las golpizas July se desmayó dos veces.
Lo más terrible de ese viacrucis fue cuando la empezaron a violar vaginalmente con los dedos por el “comandante” y un ministerial de nombre Esaú, todo en presencia de la mujer agente ministerial.
“Luego los toques eléctricos en mis genitales”, reseña en la declaración por la vía de la defensa legal que muestra el “pants” quemado justo en la zona vaginal.
Hubo un momento en que July reclamó al “comandante” si le gustaría que a su madre, su esposa o a sus hijas les hicieran lo mismo “que usted me está haciendo a mí”.
Vuelto loco, “¡Con mi familia no te metas, cabrona!”, el comandante, la golpeó de manera inclemente para posteriormente colocarle una bolsa de plástico en la cabeza hasta que perdió el conocimiento.
“¡Ya te la echaste guey!”, le dijo un ministerial al ver que tras una larga inconsciencia no despertaba por lo que súbitamente detuvieron el vehículo, la bajaron, la recostaron al pie de la carretera para que el “comandante” le diera respiración boca a boca gritando que “¡muerta no nos sirve para nada!”.
July, finalmente regresó a la vida.
Ocho horas duró la tortura. Cuando llegó a Xalapa, la remitieron juzgado en turno en donde le preguntaron si era July Raquel Flores Garfias y al negarse a responder de nuevo fue tundida golpes.
Lastimada y sin prácticamente poderse mover July demanda la presencia de un médico y la certificación de las lesiones la cual fue denegada por lo que se niega a firmar la declaración de culpabilidad.
Ante la negativa es llevada al centro de tortura de AVI-Xalapa donde es sometida con agua y toques eléctricos para finalmente abrir el proceso penal 284/2020, y ser llevada a Pacho Viejo.
La mamá de July, producto de la presión arterial e impotencia pierde un ojo y el padre cae en cama, mientras el resto de la familia de hinojos sin poder venir a Xalapa por falta de dinero.
July ha declarado que no conocía a la Rectora asesinada, que ni siquiera conoce Xalapa y que en el momento del crimen ella se encontraba comprando flores en Xochimilco para después trasladarse al Jardín de Niños “Montesori” donde prestaba servicios de jardinería.
Ante la desestimación de sus dichos y la nula acción en contra de sus violadores, July -a través de sus abogados- ya acudió a la Comisión Estatal de Derechos Humanos Ha solicitado asimismo la intervención del gobernador Cuitláhuac García, pedido la intervención de la Fiscal Verónica Hernández para revisar a fondo el caso y castigar a los violadores, pero nada.
incluso ha acudido a las Fiscalías especializadas al combate a la corrupción y a delitos de violencia contra la familia y al propio Tribunal Superior de Justicia, pero tampoco pasa nada.
No quieren incluso proporcionarle un perito profesional para constatar las secuelas de los daños físicos que aun carga.
El punto es que su caso no avanza.
El indicio de culpabilidad al que se aferra la ministerial va en el sentido de que la hoy “July-284”, por su número de expediente, prestaba sus servicios a Uber en un vehículo que no estaba a su cargo de cuatro semanas atrás, según la bitácora de UBER, un automóvil en el que presuntamente huyó tras consumarse el asesinato de la rectora.
La versión no cuadra, pero sí la sospecha de que el hijo del dueño del auto, Randal Brian y su pareja, fueron contratados como sicarios para cometer el crimen. Randal está desaparecido.
Otra prueba ministerial es un video de una tienda de conveniencia, Fasti, frente a la Universidad, donde se observa la entrada justo donde fue ultimada Guadalupe. Ahí está grabada una mujer blanca con los brazos descubiertos huyendo del lugar.
En el interrogatorio July muestra sus brazos tatuados hasta el hombre frente a la imagen de la mujer huyendo sin mostrar tatuaje alguno.
Testifica además por escrito Karla Carrillo Cárdenas, dueña del Jardín de Niños “Montesori”, de Cuautitlán Izcalli, en carta enviada a omiso juez Rodríguez Lobato, que el 29 de junio del 2020, “July, su papá Martín y su hermano Abraham estuvieron en el Jardín de Niños en tareas de mantenimiento a la hora en que se sucedió la acción criminal en Xalapa”.
Nadie, sin embargo, escucha los ultrajes -palabra tan de moda en defensa de los represores- a “July-284”.
Con una fuerte infección vaginal, sin cabello en una parte de su cabeza, lastimada en su dignidad se sigue preguntando: ¿De qué se me acusa?
A July le espera una condena de 30 años por un crimen que no cometió.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo