La ley que mandó el presidente López Obrador al Congreso para su aprobación sin cambiarle una coma tiene serios problemas constitucionales, era de esperarse que muchos afectados solicitaran amparos ante la justicia para detener su implementación, es más, estoy convencido que era lo que desde Palacio Nacional sabían que sucedería y posiblemente deseaban que sucediera.
A estas alturas de la cuarta transformación no podemos tener duda que tontos no son, que muchos no tengamos claro las intenciones que los motivan es otra cosa. Tienen un proyecto político y una estrategia para lograrlo, estoy seguro que esta ley que envío el presidente es parte de este proyecto y una de las primeras estrategias estructurales que tienen consideradas para lograr su transformación.
Me explico, la ley nació muerta, será imposible su implementación por cientos de amparos que se promoverán ante la justicia en nuestro país y será llevada ante tribunales internaciones por parte de los afectados. El costo para el país lo calculan especialistas en cerca de 200 mil millones de dólares en los próximos años, muchas, pero muchas veces más que el famoso fobaproa.
Pemex produce como residuo de la refinación de gasolinas 200 mil barriles diarios de combustóleo alto en azufre y no tienen a quien venderlo, por lo que se les hace fácil quemarlo en las plantas de la CFE para producir energía eléctrica, lo que la Reforma de Peña Nieto impedía, ya que, sin ser el objetivo original, esta dio paso a que privados invirtieran miles de millones de dólares en plantas eólicas y solares más limpias, y ahora, mucho más baratas. Lo que propone la ley promovida por el presidente es que ya no tengan prioridad las plantas limpias y baratas, ahora tengan mano las sucias y caras para suministrar el fluido eléctrico a la red nacional, es decir, nos costará más caro ambiental y económicamente a los mexicanos la energía eléctrica.
Estoy convencido que todo esto lo saben en Palacio Nacional, sería ingenuo pensar que no, lo que me interesa es descifrar su motivación y estrategia. Su proyecto político es ideológico, el costo ambiental y económico que se tenga que pagar no es lo que los va a detener, es en todo caso cómo hacer una expropiación sin definirla como expropiación.
Sabían que se otorgarían amparos, es parte de la estrategia, así como el enfrentamiento con el Poder Judicial es parte de la narrativa de una lucha por la soberanía nacional y la entrega de los gobiernos anteriores a las empresas extranjeras de las riquezas nacionales es el guion preferido de los gobiernos populistas.
Este guion es perfecto en tiempos electorales, son ellos, la cuarta transformación, la que lucha por la soberanía y el despojo histórico que el pueblo mexicano ha sufrido. Los enemigos serán las empresas extranjeras, los inversionistas, todo aquello que para ellos sea neoliberal y cualquiera que con argumentos se oponga será tachado de traidor a la patria.
La ley combustóleo será duramente cuestionada en tribunales nacionales e internacionales, la tentación de López Obrador de decretar la nacionalización antes de las elecciones será muy fuerte, él se ve en el zócalo de la capital, en el balcón de Palacio Nacional, ante miles de seguidores ovacionándolo, dando el anuncio de la nacionalización de la industria energética.
Se llamará al pueblo a donar lo que puedan, gallinas, guajolotes o unos cuantos pesos para pagar la indemnización que exigen los ambiciosos neoliberales. Seremos pobres, pero pagamos por ser un pueblo digno y soberano, dirá extasiado el populista.
Se recolectará apenas una mínima fracción del costo, el resto lo pagaremos con más pobreza, menos inversión, un ambiente más contaminado y la salud de los mexicanos mucho más precaria.
La expropiación será un hecho, la división de poderes será cosa del pasado y la democracia solo un parapeto para mantener un mínimo de reconocimiento internacional, la cuarta transformación será irreversible, no habrá marcha atrás.
El enfrentamiento con nuestros actuales socios comerciales pasará de lo económico al plano ideológico, serán ahora nuestros nuevos enemigos, a partir de este acto nacionalista tendremos otros socios, Cuba, Venezuela, Argentina y Bolivia.
Al final no pagaremos nada de las expropiaciones, a la soberanía y la dignidad nacional no se le puede poner un precio en moneda, es el bienestar del pueblo lo que motiva la transformación, dirán sin sonrojarse.
¡Patria o muerte! Gritaran en éxtasis.
Bienvenidos a la cuarta transformación.
Jorge Flores Martínez
Twitter: @jorgeflores1mx