¡Ultrajes a la autoridad, o te chingas o te jodes!
A los chairos les gusta el desmadre, los albures; les gusta tentarles las nalgas a las mujeres y empedarse y les gusta mucho, pero que digo mucho muchísimo, los centavos.
También las fritangas y tacos de tripa gorda, y hacer lo que nunca hicieron porque nunca tuvieron un clavo, comprarse autos, estrenar casas en Las Animas, ranchos en Medellín, departamentos en Boca del Río e instalar a todo lujo, no en casa chica, sino en casa grande a las y los amantes, ya sabe usted la “modernida”.
Ah, pero eso sí, no les gusta que les contradigas, menos que los juzgues o que les enseñes cómo se hacen las cosas.
Eso sí les encabrona.
Odian que los denuncies por ineptos o por incrustar a la familia y hasta las mascotas con nombre propio en la nómina. Les enchila que te metas con sus compadres y que quieras atreverte a contradecirlos.
Lo suyo son esas fiestas, que más bien son, empulcadas -del verbo pulque por aquello embriagar-, las atizadas que se ponen hasta desconocer al de al lado; y esas comilonas y beberecuas que terminan en orgias en donde ya sin conciencia le entras a lo que te toque sea hombre, mujer u lo que sea…
Eso, todo eso es lo suyo.
¿Y trabajar? ¡Por Dios! ¿Quién dijo eso?
Para eso esta el pretexto de enfermarse de coronavirus las veces que sean necesarias; para eso están las comisiones y los encargos del jefe.
¿Y estudiar?
¡Nanay!
Los ganadores no necesitan título un para ejercer el poder, ni para ganar elevados sueldos o tener cargos de altísima responsabilidad, que no ejercen, solo cobran.
¿Ser teibolero aplica o andar en el talón?
¡Eso sí!
Esos son los buenos. Los efectivos. Los macizos. Los que están ayudando a construir la transformación que proclama la 4T.
¿Y los chavos que tienen su renta mensual de 4 mil pesos de parte del Peje?
Esos también, así seguirán.
Son el espíritu del cambio. Son el alma de la democracia. Son los garantes de que los prianista y los chayoteros mueran de inanición. Son los que habrán de combatir, a morir, a los fifis y los saqueadores, a exterminar a los conservadores y traidores a la patria.
¿Qué hacer con los violadores y feminicidas?
¡Er!, bueno. Habrá que pensar que si son de Morena habría que hacerse el socarrón como con Manuel Huerta o Félix Salgado Macedonio, pero para esos cabroncentes agresores de mujeres divinas como Rogelio Franco o Cuauhtémoc Velázquez todo, pero todo el peso de la ley
Ya lo dijo el Peje: ¡Al Diablo las Instituciones!
Esa es nuestra realidad aderezada por una “Ley Garrote”, hoy dulcemente denominada “Ultrajes a la Autoridad”, aplicable a aquellos necios, a aquellos incrédulos y reacios al cambio; para la prensa chayotera; para los opositores políticos; para los que creyeron que estudiando iban a triunfar; para los que no se resignan a tener “un pantaloncito, un par de zapatitos y un auto de uso para moverse”.
¡Yo soy el estado!, proclama Morena y su Peje… y sus pejecitos gobernadores.
Y si se atreven a protestar, a gritarle al gobernador que es un “estúpido”, o a decirle que “No tiene güevos”… ¡tambo!
Cuidado con los periodistas que critican, con los partidos que se oponen, con las organizaciones sociales y sectores productivos que exigen cambio de políticas o a quienes se atrevan a desgarrarse la vestimenta -o playera de 350 pesos- a autoridad alguna que le provoque tal trauma que lo lleve no sé si al psicólogo, al siquiatra o merezca ser internado en el manicomio porque entonces sí va a arder Paris.
Por “Ultraje a la Autoridad” irán a prisión inconmutable mínimo ocho meses.
Es la dulce venganza del hombre del poder en la que aplica aquello de que no hay indio que no se vengue.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo