Cuando hacemos referencia a la pésima conducción de la lucha contra la pandemia en Brasil es porque aquí han sucedido similares circunstancias, según lo demuestran las quemantes cifras de defunciones, contagios y dislates retóricos, no es por casualidad que Brasil figure en el segundo y México en el tercer lugar mundial de muertes por Covid-19. Ahora mismo, Brasil se encuentra al borde de una terrible tercera ola de contagios y defunciones, con su sistema de salud colapsando, a causa del relajamiento de las medidas precautorias, y debiera ser espejo para no vernos en esas circunstancias, porque en México desde la autoridad se mensajea que ya estamos llegando al otro lado del túnel, cuando apenas el 3,6 de la población ha sido vacunada y no hay vacunas suficientes para la pretendida “vacunación masiva” que se anuncia. Obviamente, la población, ansiosa ya de salir del cautiverio psicológico atiende esos mensajes sin razonar sobre los riesgos, acude a sitios concurridos, que son los núcleos prohijadores del contagio, playas, fiestas clandestinas, bares, etc. En Irak los contagios repuntaron tras la visita del Papa, precisamente por la congregación de multitudes ¿por qué no aprendemos?