lunes, noviembre 18, 2024

Sergio Guzmán, un candidato de cola larga

* Negro historial del alcalde de Morena * Agua Dulce, un coto de negocios * Y quiere heredarle el poder a la esposa * Lorena Piñón y Jorge Carvallo incendiando al PRI * Besos y arrumacos entre el PRI y Morena en Minatitlán * Gabriel Rivera va por el Coatza Rural * Hugo Hau, otro adiós por el Covid

Aquel municipio —Agua Dulce— es un cochinero político vil, entrelazadas la violencia criminal y la delincuencia de los que ejercen el poder, los sicarios que extorsionan y matan sin piedad y un alcalde con ínfulas de gran señor, con sueños obscenos de acceder al Congreso, con ganas de pulular en sus pasillos y ser diputado local.

Candidato de cola larga, Sergio Guzmán no es lo mejor de Morena en aquel rincón extremo al sur de Veracruz. Carga el repudio del pueblo, un historial de abuso y agresión y represión, cuentas que no le cuadran, nepotismo y “aviadores”, y la mirada del ORFIS, e inconsistencias detectadas por la Auditoría Superior de la Federación y una constante, alevosa, impúdica violación a la ley.

Candidato de filosas uñas, a Sergio Lenin Guzmán Ricárdez un día le revientan los fuegos por adquirir patrullas o uniformes policíacos sin adecuarse al marco legal, por pavimentaciones defectuosas, por drenajes en el abandono, por falta de agua en la ciudad o por retener impuestos y no trasladarlos, en tiempo, al Servicio de Administración Tributaria, algo equiparable a la evasión fiscal.

Ahijado político de Rocío Nahle, la secretaria de Energía, Sergio Guzmán no podía dar frutos sanos si su origen político se halla en el pantano de lo moral.

Procede de las mazmorras malolientes y del abuso de autoridad en los tiempos en que fue director de la Policía Municipal de Agua Dulce, del cohecho recibido de aquellos a los que sorprendía portando armas y los dejaba ir sin enterar al Ministerio Público Federal, o de la amenaza al juez calificador y a su familia que fue la gota que derramó el vaso, y hasta ahí llegó. Tuvo que enterarse Miguel Alemán Velasco, entonces gobernador de Veracruz, el único que pudo lograr su destitución.

Es alcalde —hoy con licencia— fue por el efecto López Obrador, que en 2017 ya se dejaba sentir en Veracruz. Pero el historial de miedo, el anecdotario oscuro, la mala fama del jefe policíaco extorsionador, no disuadió a Rocío Nahle de allegarle la candidatura para la presidencia municipal de Agua Dulce.

Precandidato actual de Morena a la diputación local por el distrito XXX, el Coatzacoalcos Rural, Sergio Guzmán Ricárdez ejerció el poder como tirano región cuatro, con triquiñuelas y corruptelas, con alardes y soberbia, dispendioso con sus amigos y obsequioso con sus querencias y rabioso con los que le cuestionan su proceder.

A sus enemigos —muchos de ellos en las filas de Morena, su partido— los embiste y los enloda, soltando a su jauría mediática, prensa vendida atestada de mercachifles sin ética ni dignidad, cómplices en la estrategia de difamación. Al pueblo le miente y al que no lo conoce, lo engaña.

Con Sergio Lenin Guzmán, los malosos están de plácemes. Siembran el miedo, detonando el terror. Extorsionan, asesinan líderes de la CTM, abogados, taxistas, empleados. Y el alcalde, en el limbo, soñando que con la venia de Rocío Nahle y el contubernio de Morena será diputado local.

Su obra pública es lo más cercano al desastre. Hay dos calles emblemáticas de la mediocridad: la calle Bari, en la colonia 1005, y la Isabel la Católica, en El Muelle. Son dos puntos de pus en la dermis de su alcaldía, mientras el cáncer va carcomiendo el cuerpo entero desde sus entrañas.

Apenas concluida la pavimentación, la calle Bari mostró que la calidad era infame. Cuarteada, la carpeta dejó ver que el contratista violentó las especificaciones del proyecto. Instado a reparar los daños, el constructor se engalló. Ofreció corregir pero todo quedó igual.

La omisión es palpable; el incumplimiento del deber legal, también. Teniendo las fianzas de garantía en poder, Sergio Guzmán no las ejerció. ¿Por qué? Protegió al contratista, quien le puso —y bien— a su campaña a la presidencia municipal.

Los habitantes de la calle Isabel la Católica, en la congregación El Muelle, debieron elevar su queja ante el Órgano de Fiscalización Superior del estado de Veracruz por la pésima calidad en la pavimentación, desatando la ira del alcalde y su revancha. La calle continúa en pésimas condiciones y no se va a reparar aunque exista daño patrimonial.

La protesta entraña algo peor: para llevar a cabo la obra se requería la anuencia de los vecinos. Y el legajo de documentos aparecen firmas. Pero no son las de los colonos. Hubo falsificación.

Agua Dulce, en manos de Sergio Guzmán, es signo de abandono, indolencia y corrupción. La carretera que va de la cabecera municipal al entronque denominado El Burro, que conecta la autopista Coatzacoalcos-Villahermosa, tiene aspecto de zona de guerra. Hoyancos, áreas deslavadas y baches, son el escenario de un camino de mala muerte. Hace menos de un año realizaron reparaciones y trabajos de mantenimiento que de nada sirvieron.

Su alcaldía es un aquelarre político y Sergio Guzmán es el chamán del agandalle.

Hay nepotismo descarado. Las familias de los iluminados, una pléyade de rémoras sin oficio ni beneficio ligados al edil, son integrantes de una nómina usada para sostener la estructura morenista, una runfla política que apenas trabaja pero cómo sabe adular y callar.

Hay tráfico de facturas por obras o por proveeduría con sobreprecio. Empleados municipales, según detalla un informe hecho llegar a este reportero, sostienen que las empresas que los emiten tienen relación con el equipo del alcalde.

Y de los apoyos de combustible y AC-20 (asfalto) hay más:

“El apoyo que da Pemex, correspondiente al año 2018, lo vendieron —dice el informe—. Fueron a Salamanca, Guanajuato, y allá hicieron el negocio. Son cerca de 80 toneladas. Se sabe que fueron el director obra y el secretario técnico que tiene en el ayuntamiento”.

Se cuentan por centenares los actos indolencia, el abuso de autoridad, compras de uniformes para la Policía Municipal con precio exagerado; obras de pésima calidad, construidas a contrapelo de los colonos, ignorando las quejas y los reclamos.

Frente a la tirantez en el cabildo, ejercer el control de daños tiene tintes de corrupción. A los ediles enemigos los margina, a los proclives al billete, los compra. Así amarra el voto de los regidores del Partido Acción Nacional y una del PRI, para que sus violaciones a la ley se aprueben por mayoría en el cabildo. Y las cúpulas del PAN y del PRI ni se inmutan, permitiéndoles ser tapaderas del alcalde.

Sergio Guzmán es digno hijo de Morena. Su opacidad no es una omisión sino un acto deliberado. La Auditoría Superior de la Federación lo viene observando por no acreditar en forma pormenorizada el avance físico de las obras y acciones ni los recursos transferidos y erogados del Fondo para Entidades Federativas y Municipios Productores de Hidrocarburos”. A Agua Dulce le observaron 3 millones 446 pesos.

Pero la opacidad va más allá. Sergio Guzmán oculta información clave sobre licitaciones de obra, proveeduría, concesiones y convenios, incluso su declaración patrimonial. El portal del ayuntamiento de Agua Dulce en internet es una muestra de graves violaciones a las legislaciones federal y estatal de Transparencia y Acceso a la Información, manteniendo a resguardo lo que por ley debe ser pública.

Mente aviesa la de Guzmán Ricárdez, y ambición sin medida. Va por la diputación local y le apuesta a retener el poder cuatro años más. A sus incondicionales los mareó con allanarles el camino a la presidencia municipal, y al final sacó de casa a su esposa Elizabeth Ordaz Ríos y la puso a caminar.

Su candidatura a la alcaldía se construye con el aparato de poder. A su lado va el personal del ayuntamiento de Agua Dulce, vehículos oficiales, recursos del erario —horario de trabajo que impacta la nómina—, distraídos para que la primera dama, cuyo único mérito ha sido aguantarle todas a Sergio Guzmán, pueda ser la sucesora ideal.

Agua Dulce es un cochinero político donde se entrelazan la violencia criminal y la delincuencia de los que ejercen el poder, sicarios infames que matan y matan por placer y un alcalde con ínfulas de gran señor, con sueños obscenos de acceder al Congreso de Veracruz, de pulular en sus pasillos y ser diputado local.

Sergio Guzmán Ricárdez, un candidato con una cola monumental.

Archivo muerto

Tarde-noche incendiaria en el PRI estatal. Provoca el fuego Lorena Piñón, y con ella Jorge Carvallo Delfín, arrebatando candidaturas para los compadres y los allegados, imponiendo a los suyos, atropellando a las bases y tratando de volver por el poder perdido. Tarde-noche agitada, la del martes 2, cuando se armó la protesta y Leonel Segundo Grajales Lagunes, precandidato a diputado local por Emiliano Zapata, y el líder de la Confederación Nacional Campesina, Manuel Guerrero Sánchez, allanaron la sede del tricolor advirtiendo que o le paran a las imposiciones o el delegado Jorge Meade sabrá cómo se odia desde Puente Nacional hasta Emiliano Zapata. Desenmascaran a Lorena Piñón, la audaz que un día figuró para ser lideresa nacional del tricolor, montada en episodios de traición, y que lo mismo es fidelista que yunista, la que pega de brincos del PRI al PAN y del PAN al PRI con más desparpajo que una trapecista de circo. Mínimo le dicen que aún no es diputada federal y ya se le bota la canica intentado cumplirle el capricho a su comadre, Ana Rosa Valdez, quien se muere por ser legisladora por Emiliano Zapata; o sea, enchufarse al presupuesto del Congreso de Veracruz. Ana Rosa Valdez es esposa de Adolfo Ramírez Arana, integrante de la Comisión Estatal de Postulación de Candidaturas, lo que de entrada ya es tener al juez y al cómplice en la misma almohada. Ese fuego, si no lo apagan a tiempo, va a terminar incendiando al PRI en Veracruz y los integrantes de la CNC que respaldan a Segundo Grajales, ex alcalde de Puente Nacional y ex regidor en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, les habrán de poner el ejemplo a otros priistas veracruzanos que sólo ven cómo les imponen candidatos sin base ni estructura, con el consabido riesgo de derrota. Lorena Piñón y Jorge Carvallo son agoreros de un pasado funesto, el fidelismo que inició el saqueo a Veracruz y que hoy, imponiendo a los suyos, vuelven por el poder perdido… Flechazo, uno más, entre el PRI y Morena en Minatitlán. Beso y abrazo fraterno con tufo a amarre político, entre Reyna León Cheluja y Sergio Gutiérrez Luna, ella esposa del líder real de la Sección 10 del sindicato petrolero; él, diputado federal y representante de Morena ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Arrumaco con intención obvia y cinismo evidente, profusamente circulado en las redes sociales, advirtiendo que así van, petroleros y Morena como uña y mugre, a la elección del 6 de junio. En teoría, el PRI es parte de la coalición con el PAN y el PRD, pero en los hechos no será así. Una facción del priismo, la más numerosa y disciplinada, la del sindicato petrolero, va con el partido de López Obrador, el mismo que lleva 26 meses en el poder y no mueve un dedo contra la mafia de Carlos Romero Deschamps y su banda sindical, entre ellos los Wade de Minatitlán. El hecho no sorprende a nadie. Esta dupla ya operó así en 2016, los petroleros haciendo perder al candidato priista, Ricardo Orozco Alor, y en 2017 moviendo el voto de la Sección 10 a favor del morenista Nicolás Reyes Álvarez, que ha sido un tácito fracaso. Sabiendo que el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD será Nicolás Ruiz Rosete, a quien los Wade odian a muerte y con fervor, era previsible que refrendaran su alianza de lodo con Morena. Queda saber si el engendro PRI-MOR llevará como candidata a Jessica Ramírez, actual diputada local, de la cuadra del superdelegado federal en Veracruz, Manuel Huerta Ladrón de Guevara; a la diputada federal, Carmen Medel, la trapecista que se registró por tres candidaturas, o si será Rafael Mathey Maldonado, aquel que fuera secretario del ayuntamiento de Minatitlán por dos meses y que antes juraba hasta por el recuerdo de su abuelita que no dejaría el PRI y ahora ve a Morena como el partido ideal. Mientras, que sigan los arrumacos políticos entre Reyna León, “la reina de los casinos”, y el diputado Sergio Gutierritos Luna… Gabriel Rivera Cerdán será el candidato del PRI, y por ende de la coalición Veracruz Va (PRI-PAN-PRD), en el distrito XXX, Coatzacoalcos Rural. Patricia Guadalupe Peña Recio y el líder de la Coparmex local fueron los únicos registrados por el tricolor. La noche del martes 2, la Comisión de Postulación de Candidaturas emitió el dictamen que favoreció a Gabriel Rivera, quien enfrentará a Sergio Guzmán, de Morena, y Sergio Rojas, de Redes Sociales Progresistas. Gabriel Rivera es empresario, constructor, actual líder de la Coparmex Coatzacoalcos e impulsor de proyectos en los que destaca los valores y activos de este municipio, tales como “Hablemos Bien de Coatza”… Una vida más, la de Hugo Hau, se extingue entre el dolor y la incredulidad. Al líder de taxistas, militante del PRI, lo venció el coronavirus, sacudiendo a los de su gremio, a los amigos y, por supuesto, a su familia. El martes 2 trascendió su deceso y un amplio sector de Coatzacoalcos se cimbró. Sabíase de su estado de salud, la gravedad con la llegó al hospital, luchando por remontar la cuesta y en la batalla quedó. De mano generosa, no escatimaba para ayudar al olvidado; a otros, en cambio, sabía alzarles la voz. A la par de su actividad en el taxi, por años mantuvo un programa radial, “Guardianes del camino”, que le sirvió de aparador y bocina en la vida publica y en la actividad política. Fue, además, candidato a diputado local por el distrito XXIX Coatzacoalcos Urbano, por el Partido Cardenista. Se le recuerda con afecto y aún en los desencuentros, con un respeto total… 

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