En el horizonte mexicano no se avizora un panorama optimista, lo cual es explicable si consideramos la agresiva presencia de una pandemia sanitaria de prolongada vigencia y de una campaña de vacunación con muy deficiente avance; además, es notablemente creciente la ola delincuencial, cada vez más retadora de los poderes públicos. Informa Inegi de un millón de negocios cerrados a causa de la pandemia, y, por si no bastara, la economía sufre creciente deterioro debido a bajos niveles de inversión; esto último es atribuible a acciones gubernamentales incompatibles con el ambiente de seguridad propicio para atraer inversiones, significativamente uno de los elementos claves de toda economía para impulsar su crecimiento. Pero la inversión privada y pública cayeron 14.9% y 7.5%, respectivamente en 2020, conformando un escenario con diagnóstico poco optimista que obligará al gobierno a buscar dinero hasta debajo de las piedras.