El fanatismo es una especie de gangrena que poco a poco va consumiendo la objetividad de muchos de los que se involucran en los asuntos de la vida pública. Así vemos como periodistas, no chayoteros y prostis de la pluma porque ya sabemos que esos escriben al ritmo del mejor postor, columnistas, opinadores y personas que usan las redes para comentarios al respecto, se dejan llevar por sus creencias, dogmas y fanatismos sin usar eso que se llama “la razón”. Se opina en la mayoría de los casos sin conocer a fondo los actos, acciones y decisiones de los actores de la cosa pública; descalifican o califican con el hígado o por el simple hecho de creer tener la razón o por convicciones mal planteadas. Pienso que aparte de que las decisiones de gobierno han dejado mucho que desear, este fanatismo también contribuye de manera importante a la polarización del país.
Uno puede entender el rencor de los que han visto afectados sus intereses económicos, políticos y sociales, que por cierto han sido los causantes de marginación y pobreza en que viven millones de mexicanos, lo que no se puede entender es a los que defienden a estos depredadores. Como tampoco se puede entender a esos miles de chairos que defienden sin el menor análisis a su mesías.
Hago votos porque pronto recuperemos la cordura, a los que nos falta, y exijamos con objetividad a los actores públicos lo que nuestra sociedad demanda para su bienestar.
Hagamos a un lado a los oportunistas políticos que abundan, para saberlo basta una mirada a los actuales candidatos y dirigentes de partidos, que sólo buscan en los cargos públicos su propio beneficio. Hagamos a un lado fanatismos y dogmas, nada hace más daño a la salud pública que eso; hagamos a un lado a los plumíferos que se sienten poseedores de la verdad. La patria nos necesita a todos!