Esta columna de Bitácora Política, habría que ponerle de música y letra de fondo, el himno veracruzano de La Bamba, que en su inicio canta: “para bailar la bamba se necesita, un poco de gracia y otra cosita…” aunque también habría que cambiarle la estrofa diciendo “para ser funcionario se necesita más que ser gracioso, otra cosita”.
Lo anterior, luego de que se han venido dando los nombramientos de lo que se ha empezado a denominar como “la burocracia dorada”.
Y es que son dorados, no porque sean brillantes, sino porque todos salen de las filas de MORENA sin tener la más mínima preparación y experiencia para ocupar el cargo.
Son dorados porque son buenos para cobrar sueldos.
La regla para ocupar un cargo como funcionario de primer nivel ya sea federal, estatal o municipal, es “no importa lo que sepas, sino a quien conoces.”
El más reciente caso -que se ha visto opacado por el escándalo de los candidatos de MORENA al gobierno de Guerrero y Michoacán- es el que se dio esta semana y que fue abordado en la columna Bajo Reserva del periódico El Universal.
Relata que en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) tomó protesta a Octavio Alberto Almada Palafox como comisionado nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA).
La sorpresa no sólo es su formación educativa (licenciado en Psicología Deportiva), sino que las labores que desempeñaba antes de ese encargo, no tienen ninguna relación con su puesto recién asignado.
Palafox era parte de la ayudantía del presidente Andrés Manuel López Obrador; incluso fue uno de los asistieron al presidente mientras tuvo Covid-19.
Lo curioso es que este no es un caso excepcional.
De la ayudantía han salido Diego Alberto Hernández Gutiérrez, hoy responsable del programa Becas Elisa Acuña de la SEP; también Paloma Rachel Aguilar Correa y Javier Portugal Dorantes, que ahora laboran el SAT, y cómo olvidar a Ángel Carrizales López en la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente y a Alejandro Antonio Calderón Alipi, flamante coordinador de Abastecimiento y Distribución de Medicamento. Y para rematar: Carlos Sánchez Meneses, a quien pusieron como coordinador de Infraestructura hospitalaria. El gobierno lopezobradorista encontró a la gallina de los huevos de oro de funcionarios públicos idóneos para un trabajo, sobre el cual no tienen ninguna preparación. Bien pagados, por supuesto, con sueldos en algunos casos de más de 100 mil pesos.
Por eso es que cuando le preguntan a Pancho López, el filósofo de la Atenas veracruzana, sobre la posibilidad de que a la torre de Rectoría, llegue por la vía de la imposición o el tradicional “dedazo” es que responde: “en el gobierno de la Cuarta Transformación -que se supone es del cambio- todo puede suceder.”
Aunque habría que ver cuál es la reacción de la comunidad universitaria toda, estudiantes, maestros, investigadores, trabajadores en general, si se permite la llegada de un arribista extraído de las filas partidistas de MORENA.
Se supone que ahora ya son otros tiempos, pero los métodos de imposición a toda costa, de los ungidos por MORENA, son los mismos de hace años.
Habría que recordar, en los tiempos del gobernador Rafael Murillo Vidal, cuando el todo poderoso de entonces el subsecretario de gobierno Manuel Carbonell de la Hoz, vetó al mismísimo secretario particular del gobernador Rafael Murillo Vidal, el porteño Juan Maldonado Pereda, quien venía de ser rector de la Universidad Juárez de Tabasco.
Maldonado Pereda no pudo llegar a la loma de rectoría, en lo que se tardó en viajar del palacio de gobierno a la zona de la UV, porque se lo impidieron los famosos grupos de choque estudiantil, que obviamente estaban patrocinados y enviados desde la subsecretaría de gobierno.
En ese entonces el Rector de la UV era el doctor Rafael Velasco (1971-1973), quien alguna vez declaró que le temblaba la mano, cada vez que tenía que firmar un cheque para los dirigentes “estudiantiles” y como es sabido, finalmente lo sustituyó Roberto Bravo Garzón (1973-1980).
En el tema de las imposiciones de funcionarios, a Manuel Carbonell de la Hoz también le aplicarían el veto, pero desde la entonces todo poderosa Secretaría de Gobernación, cuando ya estaba echando las campanas al vuelo para iniciar campaña, como candidato del PRI a gobernador del estado, el tuxpeño-veracruzano don Jesús Reyes Heroles, le bastó una famosa declaración a ocho columnas en el periódico Excelsior de Julio Scherer: “Yo como veracruzano, no he votado por el” y ahí se acabó todo.
Ahora tendría que ser la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana, la que ante el intento de dar un madruguete para llegar a la silla de la rectoría, por quienes no cumplan los requisitos establecidos en la ley -hasta el momento, falta que los vayan a cambiar también- es la instancia que puede decir: “nosotros como autoridad, no hemos votado por él”.
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