Estando en la tesitura de quien ordenó la exclusión de Porfirio Muñoz Ledo de la lista reeleccionista ¿usted hubiera hecho los mismo? Porque ese actor político es hueso duro de roer y conoce de la A hasta la Z los pormenores de la política a la mexicana, lo está demostrando con sus expresiones críticas orientadas hacia las dirigencias, real y formal de Morena, hace mucho ruido nada favorable al partido que ayudó a formar. Habla de “profundas lacras” en la elección de candidaturas de su partido y dirige mensajes subliminales: “no se puede edificar democracia mediante el despotismo y la corrupción”. Se queja de la “ínfima importancia a las destacadas trayectorias de diversos actores políticos, cuya participación al seno del partido han redundado en beneficio, así como en la de la nación”, es decir, él. Nada críptico asegura: “El partido se convierte en cobijo de viles títeres de grotescos haberes”, o sea, que hay un titiretero. Y remata para quien quiera escucharlo, que no son pocos: “El dilema está claro, principios constitucionales o dictadura”. Era difícil la alternativa entre traer la piedra en el zapato o de plano echarse el trompo a la uña, se optó por esta última.