Sin tacto
Por Sergio González Levet
Shshsh. Cuidado. No hagan r ruido…
Conserven por favor este silencio benéfico que nos da la pausa para pensar, para la calma, para disfrutar la vida a plenitud.
Shshsh. Escuchen a la naturaleza, que se puede volver a oír porque al fin hay un silencio electoral.
¿Oyen el acidular de las cigarras y de las esperanzas verdes? ¿El ladrido de un perro en la lejanía? ¿Los susurros de los pastos y las hojas de los árboles que les comunican secretos a los enamorados?
¿Ven todo lo que se puede oír ahora que no hay propaganda política?
Y es que ha llegado la sacrosanta veda electoral. Por eso ni hoy ni mañana ni el sábado podrán hacer proselitismo los candidatos, los miles de aspirantes que andan en pos de otros miles de jugosos puestos públicos que se elegirán –que elegiremos- el próximo domingo.
Estas 72 horas benditas ya no tendremos que sufrir los jingles y los slogans de tanta campaña que hemos tenido que pagar con dineros ciudadanos que no tenemos, así de cara es la democracia a la mexicana.
Ni recetarnos tantas promesas que sabemos que los candidatos y los partidos y los funcionarios no van a cumplir nunca, y menos si llegaran al puesto buscado.
Silencio y paz, calma chicha que precede a la tormenta del histórico y fogoso 6 de junio, que será inaudible e inolvidable, ya verán.
Silencio electoral, silencio para que podamos escuchar nuevamente los susurros de que aún tienen alma para amar.
O para volver a gozar una canción perfecta, del cubano Ibrahim Ferrer (1927-2005):
Duermen en mi jardín
los nardos y las rosas,
las blancas azucenas.
Mi alma, muy triste y pesarosa,
a las flores quiere ocultar su amargo dolor
Yo no quiero que las flores sepan
los tormentos que me da la vida.
Si supieran lo que estoy sufriendo
por mis penas llorarían también.
Silencio, que están durmiendo
los nardos y las azucenas.
No quiero que sepan mis penas
porque si me ven llorando, morirán.